Buenos Aires
«El Rey León» no acierta con «El chiringuito» por Jesús MARIÑAS
Todos sintieron la llamada de la selva en el estreno de «El Rey León» el pasado jueves en Madrid. Cómo tira lo exótico. Puntuales y expectantes estuvieron desde el ministro Miguel Sebastián, que pretendió esconderse como si fuera Tarzán, hasta el embajador de Estados Unidos, Alan Salomont, en cuyo pecho lucía una insignia que ensalzaba la bandera americana y la española. Trinidad Jiménez debería tomar nota –y no sólo en esto: nuestra diplomacia deprime– y acuñar símbolos como el de esta unión que magnifica el respeto que EE UU tiene por su enseña patria. Y si de ensalzar lo americano se trata, también le debemos bastante a los musicales de Broadway, que ahora llegan a Madrid y que conviven con otros como el de Joaquín Sabina, que sigue colgando el cartel de completo.
«Hair» y «El Rey León» hicieron historia, marcaron una época y apostaron por un nuevo modo de crear y cantar, aunque el segundo lo firme un inglés como sir Elthon John. El montaje español asombra y resulta imposible no rendirse a esta versión, la primera en castellano con algunas expresiones sureñas que le dan un toque localista a la animalesca trama de buenos y malos. Insuperable resulta el uso de las marionetas transformadas en animales humanizados, quizá el más relevante acierto. Menos inteligente es hacerles entonar «El chiringuito», una concesión tan populachera como sacar un muñeco bailando sevillanas.
Asistieron al estreno Lorenzo Valverde, Ángela Carrasco y Paloma San Basilio, históricos de musicales como «El diluvio que viene», «Jesucristo Superstar» o «El hombre de la Mancha», donde permanece modélica la creación que Nati Mistral hizo con Sagi Vela, que estrenaron en Buenos Aires y México. Sobre «My Fair Lady», que dirigirá Jaime Azpilicueta, aún se descoconoce quién interpretará al doctor Higgis. El vasco también prepara «Sonrisas y lágrimas» con Carlos Hipólito, quien debuta como cantante: «Lo estrenaremos en la próxima Semana Grande donostiarra y en el Euskalduna bilbaíno durante un mes», me dijo. Le vi con nuevas ilusiones como a Sandra Barneda que lució una exagerada minifalda, mientras que María Teresa Campos optó por los lunares, eso sí, de Dolce&Gabbana. Más armonía me transmitieron Mariola Orellana y Antonio Carmona. También se dejó ver Pedro Trapote, que ofrecerá un almuerzo amistoso para festejar su merecida Medalla al Mérito Turístico, obtenida por sus exitosos negocios, como la sala Joy Eslava, Pachá y la Churrería San Ginés. De rojo sorprendió Juncal Rivero, que vuelve al teatro, y Genoveva Casanova, que se presentó en el Teatro Lope de Vega con sus dos hijos y un chaleco «hippie» recubierto de pedrería. ¿Acaso se equivocó de musical?
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