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Griñán candidato a la búlgara
sevilla- Una simulada autopista, la A-2012, con indicaciones de la ruta socialista para las próximas elecciones: «empleo», «ayuda a la dependencia», «progreso» y el lema «hagamos nuestro propio camino». Subido de decibelios el Arrebato –háblame del sur, de su luna, háblame de abril, de sus flores, háblame de besos curanderos y dame cervecita y caracoles–. Y pasando por la alfombra de la autopista, que daba acceso al plenario del Comité Director del PSOE-A, José Antonio Griñán, recién nombrado candidato socialista a la Presidencia de la Junta. Junto a él, una nube de fotógrados, el secretario general del partido en Jaén–el único dirigente provincial que lo escoltaba–, el secretario de Organización a nivel federal, Marcelino Iglesias, y la «número dos» del partido en Andalucía, Susana Díaz.
Tuvo más «atrezzo» que contenido la reunión del máximo órgano entre congresos del que Griñán salió investido candidato a unas elecciones que serán o el 18 o el 25 de marzo. No hubo ni urnas ni mano alzada. Una elección de trámite, calcada a la que hace casi tres años precedió el cambio de testigo al frente de la Junta. El nombramiento fue a puerta cerrada y por aclamación, sobreentendiéndose así un pretendido consenso general de todos los miembros del Comité. Un proceso más cerca de las formas búlgaras que del renovado socialismo francés que demandan miles de militantes y cargos orgánicos en las redes sociales.
Las críticas al Partido Popular y los efectos de la crisis europea –en este orden– pautaron el discurso de José Antonio Griñán, que tuvo más de caldo claro institucional que espesor político de un secretario general del PSOE-A que acababa de ser nombrado candidato a la Junta de Andalucía por primera vez en su vida. Y en qué momento... Antes de que Griñán liberara adrenalina contra el Partido Popular, lo hizo Marcelino Iglesias, que recurrió al primer Estatuto de hace 30 años. El misil fue para Arenas: «Algunos que todavía hoy se presentan y que no han ganado nunca, tienen acumulado el pecado original de no haber apostado por una Andalucía de primera». El secretario de Organización socialista fue, sin embargo, el único que lanzó las palabras más claras en clave interna, haciendo una llamada, «ahora más que nunca», a la «unidad». «Cuando este partido está unido, delante y detrás y al lado del candidato, es imbatible. Ha sido así en los últimos 30 años». Ni Susana Díaz ni el propio Griñán dirigieron recado alguno a la militancia y a los cargos orgánicos que había en el auditorio por los fuegos internos que han acompañado al PSOE en los últimos meses, a raíz de los dos batacazos en las elecciones municipales y generales. No era el día.
Fue el momento de la crítica en racimo contra el Partido Popular. «Lo único que ha cambiado es que el Partido Popular se ha dado cuenta de que estamos en crisis», deslizó Griñán. «Se les ha terminado el discurso de la ambigüedad y el discurso ventajista». Fueron sus palabras, en la misma línea que ya apuntó en el último Pleno del Parlamento –«bienvenidos a la crisis» dijo el jueves refiriéndose al PP–. Y todo apunta a que serán banda sonora del PSOE-A en lo que resta hasta las elecciones. «Tenemos que evitar que toda España sea ocupada por la marea conservadora. Hay que iniciar desde Andalucía la recuperación del voto socialista», abundó.
En sus 44 minutos de discurso fue interrumpido por algunos aplausos que sonaban a cumplido. Tibios. Tuvo tiempo para hablar de la crisis de la deuda soberana, de los 547 días de crisis griega, de la inversión en I+D+i en universidades (Andalucía gasta más que Madrid y Cataluña, dijo) e incluso hizo una referencia implícita a las polémicas palabras del Conde de Salvatierra. «No pasa un día sin que escuchemos a algún mentecato hablar sobre los tópicos de Andalucía. Estamos hartos de tanta estulticia». Instó a desterrar la imagen de la «Andalucía subsidiada» y ante todo antepuso la apuesta por la educación, «la clave de todo». Aludió Griñán a Manuel Chaves, a Marcelino Iglesias, a la parlamentaria Araceli Carrillo, con la salud en horas bajas, y a su amigo Pancho, que le insinuó el eslogan «hagamos nuestro propio camino». Acabó con una frase de esas que carga el diablo: «Con humildad, a la calle que ya es hora».
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