Barcelona
Cómo compartir Las fantasías sexuales
Cuero, sumisión, tríos... El cerebro es el principal órgano sexual y en nuestra imaginación todo es posible. Con confianza se pueden hacer realidad, con ciertos límites
Tan sólo se necesita imaginación. Un arma con la que cuenta el ser humano casi de forma innata y que utiliza como instrumento de progreso. Pues bien, en el campo más íntimo del hombre, aquel que hace referencia a las relaciones sexuales, también lo emplea, bastante a menudo para desinhibirse, aunque sólo sea encerrado en su mente. Algunos sueñan con lencería y sábanas de raso, otros evocan paraísos donde comparten sus deseos con más de una persona: tríos, cuartetos... y los más atrevidos –o a quienes más cuesta confesarlas– se imaginan enfundados en trajes de cuero con fusta en mano dominando a sus «parejas» o por el contrario en la postura más sumisa posible.Las fantasías eróticas son un pilar básico, ya que contribuyen a sentir placer, descubrir y explorar la sexualidad, intentar llevar a cabo los deseos eróticos, analizar emociones y vivir con ansias cada pensamiento sexual. Muchos de ellos pasan por experimentar al límite a través del sexo anal de forma violenta o del no consentido. Miguel Ángel Cueto, secretario general de la FESS (Federación Española de Sociedades de Sexología), apunta que «nuestro principal órgano sexual es el cerebro, que es de donde proceden las fantasías».Desde un punto de vista terapéutico, «fantasear nos produce seguridad, saber qué va a pasar y cómo, al menos en los casos en los que hablamos de una pareja que lo hace en común», apunta Antonio Bolinches, vocal de la FESS y director del Instituto Psicológico Antoni Bolinches (Barcelona). Los terapeutas van más allá del simple hecho de un juego de disfraces, ellas de enfermeras y ellos de bomberos, y creen que se pueden aplicar en aras de mejorar las condiciones del deseo. En este sentido ayudan a prevenir situaciones de ausencia de deseo, «sobre todo en la inhibición del deseo asociado a la rutina sexual», añade Bolinches. De la misma forma, que la fantasía aporta seguridad, también sirve como entrenamiento previo a la relación. Sacar provechoEl poder que reside en esta «práctica» sirve incluso como automedicación. Una forma de evasión momentanea de la realidad puede llevar a un hombre o a una mujer a imaginarse en brazos de su actor o actriz preferidos sometidos a sus deseos más profundos. Y así conseguir relajarse frente al estrés de un momento clave de su vida. Brett Kahr, autor del libro «Sexo y fantasías» (Planeta), miembro del departamento de investigación clínica de psicoterapia y salud mental en el Centro de Salud Mental Infantil de Londres y delegado del Consejo Británico de Psicoanálisis, da sentido a esta afirmación en el mencionado manual en el que expone que «suponen un respiro de nuestros problemas cotidianos y permiten una liberación física inmediata, así como psicológica, cuando estamos abrumados por la ansiedad y la depresión».En este sentido, Cueto manifiesta que «las fantasías sexuales serían productos de nuestra imaginación que recrea un cierto juego para predisponernos para el sexo. La mayoría de nuestras fantasías nos sirven para mantener un nivel adecuado de "excitabilidad"o un mayor grado de deseo para la satisfacción en nuestras relaciones sexuales».Kahr, que realizó su libro a partir de un amplio análisis de 19.000 encuestas sobre el tema de las fantasías, no sabría si recomendar a las parejas compartir sus deseos más íntimos para llevarlos a una realidad tangible. Quizá tan sólo una parte debe ser revelada pero, al mismo tiempo Kahr afirma que «compartir o representar las fantasías puede resultar una gran ayuda para la pareja». Así, admite que resulta complicado establecer unas reglas básicas y unas recomendaciones terapéuticas sobre cómo hacerlo, aunque la mejor manera es la negociación.Compartir una ensoñación puede, en ciertas ocasiones, generar un resultado totalmente contrario al buscado. ¿Cómo le dice una a su marido que le gustaría que tal futbolista le metiera el mejor gol de su vida? ¿Cómo se tomaría una mujer tener que coger número para acostarse con su pareja, entre una lista de mujeres despampanantes? «Muchas personas se sorprenden por las fantasías sexuales que pueden generar», que se lleven o no a la práctica es una cuestión completamente distinta. Deben plantearse de forma delicada y con mucho cuidado para no herir sentimientos, ya que algunas de ellas no siempre es recomendable compartirlas», aclara Cueto. Además, el vocal de la FESS apunta al peligro de su puesta en escena, sobre todo si se implican a terceras personas. «Por nuestra experiencia, estas proposiciones suelen hacerlas los varones y en raras ocasiones terminan de forma positiva, más bien desembocan en la ruptura», añade Cueto.ContraproducentesNo sólo se puede producir un choque frontal en la pareja entre deseos totalmente opuestos, sino que se puede llegar acabar con el interés que despiertan se incluyen de manera rutinaria en la vida de la misma.Bolinches, en este sentido, advierte de los riesgo de la «normalización» de los deseos del mundo interior. «Si una pareja, que tras un largo periodo de convivencia, de forma extraordinaria llega a un acuerdo sobre la práctica se sexo anal, sería muy negativo que, a partir de ese momento, esa fantasía convertida en realidad, se convirtiese en la rutina de sus relaciones», explica Bolinches. En este sentido, se habría «matado» a la fantasía y la pareja debería revisar de nuevo su imaginario sexual.
Algunas «reglas» básicasEl psicólogo y terapeuta Brett Kahr sostiene, al igual que muchos otros especialistas en la materia, que sobre esto no hay reglas escritas, aunque la comunicación y la negociación son las mejores armas para llegar a un consenso. Además, en el terreno de la imaginación sexual, también hay que tener en cuenta una serie de premisas, que expone el vocal de la FESS, y que se detallan a continuación: Las fantasías podrían ser empleadas como una herramienta más en las relaciones sexuales. Hay personas, que son más sensoriales, que no fantasean y no por eso disfrutan menos. Las fantasías pueden ser una posibilidad estimulante, pero no una obligación.Las fantasías no hay que entenderlas como un deseo insatisfecho por su incumplimiento, sino más bien como un elemento de ayuda a unas relaciones sexuales plenas y satisfactorias. No necesitar este tipo de recursos creativos puede constituir también una situación normal dado que la persona estaría centrada en las sensaciones agradables de tocar y ser tocado, y por tanto focaliza toda su atención sobre su cuerpo o el de la pareja.Las fantasías pueden cumplir un cometido importante y animar o reanimar la vida sexual en la pareja. Llevar a cabo algunas de esas situaciones recreadas mentalmente con la colaboración de la pareja sin que medie presión, engaño, chantaje o manipulación, podría ser una forma de hacer más divertida la vida en pareja. La opción de negarse o de que el otro se niegue cuando no le agrada, hay que respetarla siempre.
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