Crítica de libros
Si ya no hay peligro por Iñaki Zaragüeta
Si las escoltas se decidieron como consecuencia del peligro de ETA, parece lógica su retirada desde el momento que la banda ha decidido no atentar. Por tanto, no es razonable la protesta de jueces y fiscales contra la decisión del Ministerio del Interior. Da la impresión de que su rebelión obedece más a la pérdida de las ventajas de acompañantes, coche, coger…, que a la coherencia.
Los afectados deberían reflexionar más seriamente sobre al asunto. La vigilancia permanente no es inherente a los cargos citados. Imagino que las condiciones de acceso a la Judicatura o Fiscalía no prevén estas prerrogativas, que en tiempo de peligro son necesidades y en momentos de normalidad pasan a ser prebendas. En los tiempos que corren, ni siquiera son sensatas. Con la que está cayendo para casi todos los españoles, todos estamos llamados a apretarnos el cinturón.
Soy de los convencidos que no hay dinero el mundo que compense la pérdida de una vida, menos aún si se produce al servicio de la sociedad, de las libertades. Hoy ese riesgo no existe por el cese de la actividad terrorista.
No quiero recurrir a aquello de «sin peligro no vale la pena vivir», tampoco escudarme en el buen o mal uso de los escoltas, pero apelo a la prudencia de quienes más obligados están a tenerla. Jueces y fiscales no pueden aspirar a formar una casta. Al contrario, quizás conviniera que todo ese conglomerado de gobiernos que conforman la España actual, tomaran buena nota del Gobierno central. No estaría mal, antes de que lo haga el Monti de turno. ¿Es pedir demasiado? Así es la vida.
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