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Una novia para el niño por Agustín García Calvo

La Razón
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Son mis vecinos del 3ºD: sólo que dejen entreabierta la ventana de su cocina, los oigo por el patio de luces como por un tubo; y, como suelen tener grescas de cierto interés común, voy a trascribirles a los lectores que esta noche la van a armar, seguro: –A ver, ¿y qué te ha parecido la nueva novia que nos ha traído Yuyo? –Psssch. –Venga, Leo, mujer, ¿es que tampoco ésta te parece lo bastante buena para tu hijito? –Y tuyo, ¿no? Que a ti sí que te habrá parecido buena, ¿eh, Julián?, y que estaba buena para los que os gustan las flacuchas. –Tú eras una flacucha, Leo. –Era, era, y mira cómo me has puesto, que... –¡Jo, lo que me faltaba! Ahora soy yo el que lo hace todo como Dios Padre, hasta eso de que se te arremangue el tisú del talle. –¿Qué quiés que diga?, ¿que son los años? –Deja en paz los años, asesina, y vuelve al caso: ¿tanto te crees que vale nuestro Yuyo? –No es cosa de valores, tío. Y además, ¿pa qué tiene él que enseñarnos a sus chicas? Que haga lo que quiera con ellas, y allá él. –Mujer, él nos las trae para que les demos el vº bº. –Ya. ¿Y por qué tiene él que ser tan educadito, que parece de antes de los '60, y…? Déjalo, Julián. No sé, no sé qué me pasa, que no puedo tragar a ninguna. Acaso es porque se las ve que vienen a atraparlo, a casarse con él, las muy zorras. –Bueno, y parece que también él quiere. –Pero, querida Leo, ¿es que ahora te has vuelto contra el casorio? –Nunca he estado a favor. –Ah, ¿no? –No: me parece lo que es, una esclavitud, y además una sosada, un aburrimiento. –¡Coños!, y entonces, ¿cómo…? ¿Sólo ahora que se trata de tu hijo te das cuenta? ¿Y nosotros? –Nosotros, ¿qué? ¿Es que tú estás tan contento con el contrato? ¿No estás también harto y rabiando por lo bajo? –Pues mira, puestos en ésas, lo primero que tenemos que hacer es romper con la historia, –¿Qué? –Descasarnos nosotros para dar ejemplo. Eso. Mañana mismo rompemos con esto, nos repartimos los pocos trastos, y ¡a vivir! –Venga, a ver si eres capaz: mañana mismo. –Trato hecho, amor mío. Hasta mañana.