El Papa recuerda que la Virgen protege a los que están solos y abandonados

El Papa Benedicto XVI se trasladó ayer a la Plaza de España en Roma, para venerar a la Inmaculada Concepción, patrona de España. Ante miles de romanos y turistas que se agolparon en la plaza y en las calles adyacentes, así como en los balcones de la legación diplomática española, Benedicto aseguró que, «además de las flores, signo de amor, ofrecidos por Roma a la Virgen, el regalo más preciado es nuestra oración de agradecimiento y de súplica».

Subrayó también que, a pesar de todo, es «mucho más importante» el mensaje que nos da la Inmaculada destinado a cada uno de nosotros, a la ciudad de Roma, y al mundo entero», además de explicar el misterio de la Inmaculada Concepción, recordando que «Dios no desfallece en su designio de amor y de vida».

Una vez finalizado el discurso y los rezos, el Obispo de Roma bendijo un cesto con rosas blancas que después colocó bajo los pies de la columna de la Inmaculada, que ya estaba repleta de flores desde primeras horas de la mañana.

Pero antes de partir hacia el Vaticano, saludó a varios enfermos que presenciaron el acto y a algunas autoridades, como el embajador de España en Roma, Francisco Vázquez, aunque también quiso compartir impresiones con los miembros del Movimiento de Shoenstatt, realidad eclesial mariana surgida en Alemania, donde previamente en el Ángelus saludó en alemán a los fieles allí presentes y los invitó a «decir sí a la voluntad de Dios y a avanzar en el camino de la Santidad».