Tarragona
Arturo San Agustín: «La crónica es la mejor novela»
«En Tarso ya no suenan las campanas»Arturo San AgustínEdiciones Khaf240 páginas. 14 euros
Crónica de tres ciudades y tres culturas que vivieron etapas de gloria diferentes a las que las une un elemento común, el cristianismo. Un relato de la religión en la actualidad y en sus orígenes, la figura de San Pablo, las relaciones entre el cristianismo y el islam, que se reúnen en la nueva obra del escritor y periodista Arturo San Agustín, «En Tarso ya no suenan las campanas» (Khaf). El libro tiene origen en «el Palacio arzobispal de Tarragona cuando el ex teniente coronel inglés John López me habló de su pasión por el museo bíblico de Tarragona y me preguntó si tenía alguna pieza interesante para donar al mismo». A partir de ese momento se descubre un relato de un viaje privilegiado, en compañía del arzobispo de Tarragona, que le permitió redescubrir el origen de nuestra cultura.
Una historia del autodescubrimiento y de la profunda reflexión que pone sobre el tapiz los elementos que unen a ambas religiones, en una sociedad que se empeña en separarlas, «la prueba es este viaje y las relaciones que allí se establecieron entre Turquía y España. Pero no va a ser fácil. Hasta que los cristianos no tengan la misma libertad en países musulmanes que la que disponen los musulmanes en Occidente, seguirá siendo una relación desigual. Creo que a la larga debe existir ese entendimiento», asegura el autor tras haber experimentado en primera persona este viaje intercultural.
En definitiva, una crónica, porque no hay mejor historia que la que ya existe. «La crónica es muchísimo más atractiva que las novelas. No debemos olvidar que casi todas las novelas ya parten de una noticia periodística, a partir de ahí empiezan a volar los fantasmas del escritor y entonces la trama se estropea. Pero mi historia es veraz, todos los personajes existen, algunos los he protegido con seudónimos, pero son protagonistas reales. Una buena crónica siempre es superior a una buena novela. Pero claro, la crónica exige moverse y estar en condiciones de seguir el rastro de la noticia, algo que no es fácil. Si uno se mueve encontrará historias fantásticas que no podría imaginar. Lo que pasa es que tendemos a promocionar más la novela».
Una vía de escape en un sector, el del periodismo, que vive el mismo destino precario que la sociedad del momento, pero ante el que el autor se confiesa esperanzado y optimista, a pesar del oscuro futuro que se nos plantea. Pero en la mayoría de las veces el error pertenece a uno mismo. «Algunos periodistas se han considerado los mejores, los más eruditos, y pienso que el periodista no debe ser el que más sabe, sino tener bien claro quién es el que más sabe. Eso es ser periodista...».
«El periodismo nunca morirá»
«Lo único que todavía es negocio es el papel; no ha muerto, puede haber menos lectores, pero no ha muerto y aquí alguien se empeña en matarlo», declara el escritor contrariado por las versiones que en su opinión confunden al lector. «Por otra parte, hemos cometido el error de patrocinar a la competencia, es el ejemplo de los diarios gratuitos, Twitter o los regalos promocionales, con esto nos burlamos de los lectores, faltamos a esa relación de confianza que tienen con nuestro medio. Ellos nos leen porque quieren hacerlo. El periodismo nunca morirá, la gente siempre necesitará que le cuenten historias», dice.
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