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Ruina de autopistas por José Antonio Vera

La Razón
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Insisten algunos estos días en presentar a Rajoy como un kamikaze dispuesto a quemarse a lo bonzo ante Merkel y Bruselas con tal de poder defender que España pueda tener en 2012 un déficit del 5,8%. Ciertamente el presidente es un hombre metódico que cuando quiere una cosa insiste hasta lograrla. Pero también es verdad que es lo menos parecido a un suicida de esos que exponen su vida y las de los suyos por defender un imposible. De manera que podemos estar seguros de que cuando toma su decisión con relación al déficit, lo hace sabiendo que no está desafiando a nadie, y menos a la canciller alemana, probablemente porque el tema ya había sido abordado con anterioridad. La realidad es que en Bruselas sabían con antelación que España no iba a fijar el objetivo en el 4,4% de tope, sencillamente porque tal y como han venido dadas las cosas, se trataba de un objetivo imposible. Un dirigente extranjero de los muchos con los que habló Rajoy antes de hacer pública su decisión, le reconoció que no podía bajar al 4,4 de ninguna de las maneras porque eso acabaría con España. El presunto desafío del Gobierno es, sobre todo, un problema de calendario: la elaboración de los presupuestos nos obliga a ser el primer país que hace un ejercicio de realismo. El resto de los Estados de la «eurozona» lo hará a partir de mayo-junio, cuando empiecen a perfilar sus cuentas y se encuentren con que están en recesión o a punto de entrar en ella, con unas cifras de paro superiores a las imaginadas.
Con el 5,8 de déficit, el «recorte» entra dentro de lo materialmente posible, sin paralizar más a un país que en muchas actividades empieza a barruntar ruina. El último caso es el de las autopistas de peaje «radiales» de Madrid, construidas por Álvarez-Cascos. Casi todas son altamente deficitarias, con dificultades para continuar su actividad. La concesionaria de la Madrid-Toledo ya ha declarado la explotación en «quiebra». Se lo acaba de comunicar a Fomento. Una alegría más.