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La horma de su zapato por Javier González Ferrari
El Gobierno anterior encontró en la hoy vicepresidenta la horma de su zapato. Soraya Sáenz de Santamaría vapuleo al banco azul cuando en él se sentaban María Teresa Fernández de la Vega primero, y Rubalcaba y Elena Salgado después. La portavoz inexperta por la que tras las elecciones del 2008 muy pocos, incluso en su partido, daban un euro, demostró que bajo esa apariencia de poquita cosa se escondía una política con arrestos más que suficientes para sacar de quicio a los pesos pesados del Gobierno socialista. Hoy, otra Soraya, también vallisoletana, pretende tomar el relevo como látigo del Gobierno mostrándose desde el primer momento más como avispa que como mosquita muerta. Ya hemos asistido a algunos episodios en este arranque de Legislatura donde hemos visto cómo miden sus fuerzas las dos Sorayas y, como era de esperar, de momento la que se sienta junto a Rajoy va ganando a los puntos porque, entre otras cosas, la autoridad moral de la bancada del PSOE no pasa por su mejor momento por mucha magia marketiniana y apoyos de los irreductibles que en los periódicos o en las tertulias se pasan el día intentando hacernos olvidar el pedazo de marrón que a este país le han dejado los que hoy prefieren la algarada callejera a la acción parlamentaria. Pero Soraya Rodríguez, tan ocupada como está en querer arrebatarle el protagonismo a su tocaya, perdió la semana pasada por KO, y no a los puntos, con la ministra revelación Fátima Báñez que, con esa carita de profesora de ciencias sociales de colegio de pago, demostró la semana pasada que a la hora de ponerse en jarras y cantar las cuarenta, aún no ha nacido la socialista que pueda con ella. Claro que este Gobierno, que no lleva ni cien días y al que ya se le han puesto de manos los sindicatos, cuando a ellos lo que se les da verdaderamente bien es poner la mano, ni siquiera necesita recurrir a la hemeroteca. Sus tropelías siguen fijas y frescas en nuestras retinas. Y además en 3D.
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