América

Los Ángeles

La sonrisa de los tramposos

Se sentía más cómodo contando historias de ladrones, rodando vertiginosas persecuciones, contando historias de medias verdades. Peter Yates (Hampshire, 1929) saltó a la fama con «El gran robo» (1967), una película inspirada en el asalto al tren de Glasgow de 1963 con la que inauguró un género de «thrillers» de robos de bancos y llamó a las puertas de Hollywood.

El director Peter Yates
El director Peter Yateslarazon

A continuación, ya en América, filmó la mítica «Bullit», un clásico de las películas de persecuciones, esta vez, con todo el mundo corriendo detrás de Steve McQueen, a toda velocidad por las imposibles calles de San Francisco.

Aquel filme se hizo un Oscar y cuatro Globos de Oro, y su carrera tomó otros derroteros: «John y Mary», con Dustin Hoffmann y Mia Farrow; y luego «La guerra de Murphy» con Peter O'Toole como protagonista, exploraron en el drama romántico y la acción bélica respectivamente, hasta que Yates volvió a su ecosistema predilecto: en «Un diamante al rojo vivo» (1972), con Robert Redford como protagonista, volvía a los robos de banco y reconquistaba al gran público, aunque a la crítica la tenía ganada: estuvo cuatro veces nominado a los Óscar, primero como mejor director y mejor productor por «El relevo» (1979), y después por «La sombra del actor» (1983), adaptación de la obra de teatro de Ronald Harwoood.

Adaptó «El Quijote»

Después vendrían «El confidente» (1973), con Robert Mitchum, y «¿Qué diablos pasa aquí?», una comedia sobre el mundo del hampa con Barbra Streisand al frente del reparto. Otros títulos suyos fueron «Krull» (1983) y «Llamada a escena» (1999), con Michael Caine y Maggie Smith en los papeles de fantasmas de Broadway. Uno de sus últimos proyectos había sido dirigir en 2000 una adaptación para televisión de «Don Quijote de la Mancha», de Cervantes en la que contó con Bob Hoskins e Issabella Rossellini.