Motociclismo
La carrera más triste de Valentino
Aunque no sea oficialmente el Gran Premio de Italia, la carrera de Misano es en la que de verdad Valentino Rossi se siente en casa. El circuito está a sólo 15 kilómetros de Tavullia, el pueblo de nacimiento del mito, y las carreteras que separan ambos lugares son en las que «Il dottore» hizo sus primeros kilómetros subido en una moto. Cada año era un momento especial tanto para Rossi como para sus paisanos, que se reunían para ver de cerca una nueva victoria de su ídolo camino de otro título mundial.
Este año, la vuelta a casa para Valentino va a ser la más amarga, porque por primera vez no lo va a hacer como protagonista. Su llegada al equipo Ducati le ha sumido en una depresión de la que no parece que vaya a salir en todo el curso y sólo un milagro permitiría que ganara un carrera de aquí a final de temporada. El nueve veces campeón del mundo se ha acostumbrado a pilotar en la cola del pelotón, harto de probar mil configuraciones en su máquina con el mismo resultado.
Rossi es en estos momentos incapaz de pelear con los mejores, pero esto no es importante para la marea amarilla que nace de su pueblo natal y llega hasta casi cualquier punto del planeta. Para su club de fans este fin de semana es algo así como una fiesta en la que rinden tributo a su «patrón». La pasión por «Vale» sigue intacta, aunque los resultados no acompañen. En la sede del «Valentino Rossi Fan Club» está disponible el «Video box 46», un lugar para que los aficionados graben mensajes de apoyo a su estrella. La noche de ayer fue oficialmente la «noche amarilla» y la gran cita es mañana en la tribuna Brutapela, entre la tercera y la cuarta curva del circuito de Misano, lugar donde se sitúan los más apasionados para alentar al de Ducati.
Parece claro que Rossi no va a poder dar una nueva alegría a sus seguidores, pero a ellos les da igual, por lo que el amarillo y el número 46 siguen presentes en cada rincón de Tavullia, desde la plaza principal a la Pizzeria Da Rossi, propiedad de unos amigos del italiano. Todos esperan que el año que viene sea distinto y nadie quiere escuchar ni pronunciar la palabra más temida: retirada.
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