Grupos

Guilty

La Razón
La RazónLa Razón

Ya que estamos despidiendo a los ojos violetas más bonitos de la historia del cine que mejor que una referencia cinematográfica, en plan «Doce hombres sin piedad» para resumir la historia del juicio del Balcón de Rosales: Pitoño, guilty. Es decir: Pitoño, culpable. Él y los otros dos compañeros puertas que trabajaban aquella noche en El Balcón a los que el jurado ha considerado también culpables como cómplices. La sentencia la conoceremos en unos días pero el veredicto del jurado le ha puesto música a la letra que ya tarareábamos todos y que incluso imaginábamos. Y esa canción nos contaba que los tres porteros eran culpables al menos con los datos que teníamos, pero por respeto a los ritmos judiciales había que pensar – porque es su derecho además – que eran presuntos. Las líneas de la defensa de los acusados, sobre todo en el caso de Pitoño, han rozado el lado salvaje de la relación letrado-cliente. Formará parte de su trabajo, nadie lo duda: pero a veces ha dado vergüenza ajena. Si es por la abogada de Pitoño los que tendrían que estar sentados en el banquillo de los acusados serían los médicos del Samur que intentaron salvarle la vida a Álvaro Ussia y no el angelito de su patrocinado.
Pero ahora ya no lo es. Ni angelito, ni sobre todo presunto. Pitoño y los dos «Davides» son culpables de arrancarle la vida a Álvaro aquella noche de noviembre de 2008 y aunque nadie nos va a devolver a Álvaro, nadie nos puede quitar tampoco esta sensación que tenemos y saboreamos ahora, aunque siempre con matices, de que se ha hecho lo más parecido a la justicia. Y es lo mejor que se puede decir en este caso: que estamos un poco más tranquilos. Sin Álvaro, pero un poco más tranquilos.