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Normalidad

La Razón
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En la campaña catalana, tan pintoresca y excéntrica, Alicia Sánchez-Camacho, la candidata del PP a la Generalidad, ha destacado muy por encima de sus adversarios. Está sobre la mesa el final del modelo del tripartito, es decir, de la alianza de socialistas y nacionalistas de extrema izquierda que fue en su momento el borrador del proyecto de Rodríguez Zapatero para toda España. También está en juego la vuelta al gobierno de CiU, después de lo que sus dirigentes parecen querer considerar un simple paréntesis desafortunado. Y está también en juego la valoración del nacionalismo, desacreditado por el tripartito pero también por los casos de corrupción de los más «centrados» y convergentes. Mucha gente se andará preguntando si esa, la del Palau y la de Millet, es la nación que los nacionalistas quieren construir... En una situación tan irregular, Alicia Sánchez-Camacho tenía oportunidades y riesgos. Se podía esperar una campaña retraída y apocada, a la espera del voto desencantado. En cambio, Sánchez-Camacho ha sido clara en sus propuestas y, lo que tal vez sea más importante en la actual situación, en los límites de la posición del PP en algunos de los asuntos más polémicos en la vida catalana: bilingüismo, integración en el resto de España, educación, inmigración. Sánchez-Camacho ha definido así un partido centrado, sensato, catalán y español sin más problemas, capaz de hablar de tú a tú a un futuro gobierno de la Generalidad y también al de Madrid. Con naturalidad, el PP catalán ha salido del gueto en el que le quisieron encerrar y, en virtud de esa misma actitud, ha mostrado todo lo que aquellas exclusiones tuvieron de poco democrático. Se puede contestar a la histeria antidemocrática sin caer uno mismo en la histeria. Se puede dejar atrás la sobreactuación, el estado de excepcionalidad permanente en que se ha instalado la política catalana. Además de mostrar que los socialistas son el principal obstáculo para salir de la crisis económica y política en la que estamos, Alicia Sánchez-Camacho ha demostrado que el Partido Popular es un buen instrumento para el cambio y la vuelta a la normalidad.