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Una Alejandría entre burdeles

Dimitris Stefanakis presenta un monumental pero desdibujado retrato de la ciudad«los días de alejandría»Dimitris StefanakisLumen. 736 páginas, 15,99 euros.

Una Alejandría entre burdeles
Una Alejandría entre burdeleslarazon

Escribir sobre la ciudad de Alejandría es evocar un territorio mítico del que es difícil salir airoso. Lo ha intentado Dimitris Stefanikis en «Los días de Alejandría», con resultados previsibles. El fresco es monumental, repleto de historias paralelas que se entrecruzan en una estructura de saga familiar típica de la novela río decimonónica, donde trata de sobresalir, como personaje principal, la ciudad de Alejandría, «la capital del recuerdo», como la llamó E.M. Forster. Aquella que tuvo su momento de esplendor cosmopolita durante la primera mitad del pasado siglo.

Sociedad variopinta
A esta Alejandría histórica y comercial, en la que se entrecruzaban «cinco razas, cinco lenguas y docenas de religiones», se superpone la literaria de E. M. Forster, el descubridor y traductor al inglés de Kostatin Kavafis. La misma que Stefanakis recupera desde la nostalgia para narrar la vida de una familia griega en la Alejandría pujante de una burguesía formada por industriales griegos y libaneses, sirios y turcos, la oligarquía egipcia y diplomáticos de las potencias imperiales, durante la ocupación británica. Un crisol que dio como resultado una variopinta sociedad en la que el goce de las pasiones sólo lo atemperaba cierto recato burgués. A la Alejandría de Forster hay que superponer la creada por Lawrence Durrell en «El cuarteto de Alejandría», que conmocionó el mundo literario en los años 60 y 70 con este experimento narrativo en el que se contaba la historia desde cuatro perspectivas distintas, como «Rashomon», de Kurosawa. De nuevo, en el fresco alejandrino de Durrell aparecía como representante mítico de la ciudad de los contrastes, del Yacht Club, de la Corniche y las callejuelas, la figura del poeta Kavafis arrastrando a sus protagonistas a los tugurios y burdeles en una promiscua algarabía de cuerpos efébicos y pasiones. Es el mismo ámbito el que redescubre Stefanakis. La ciudad que Durrell llama «ramera entre todas la ciudades». Una Alejandría que Stefanakis trata de imponer como protagonista pero que apenas supera la entidad de los personajes que la habitan, hechos con la estopa con que se fabrican los melodramas exóticos con regusto orientalista.

Sobre el autor
Ha cosechado un gran éxito con esta novela río sobre los cosmopolitas habitantes de dicha ciudad
Ideal para...
todos aquellos a los que les gustan las recreaciones de una época, como puede ser la Belle Epoque
Un defecto
Cierto convencionalismo literario para una novela con pretensiones de autor
Una virtud
La reconstrucción que hace de aquellos años
Puntuación 6