Toledo

Leninismo

La acción de Carmen Chacón se dedica sobre todo a variar la naturaleza de la milicia y de la lealtad militar

La Razón
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Hay quien piensa que el leninismo es una doctrina al uso, con principios ideológicos, propuestas sociales y objetivos políticos, que se resumirían, más o menos, en la letra de la Internacional y la prosa corrosiva del «Manifiesto comunista». No es así del todo. El leninismo es más que nada una práctica estratégica con dos pilares fundamentales: la propaganda y la destrucción. Una vez alumbrado, el leninismo ha sobrevivido por su cuenta, con independencia del objetivo.

Así que es perfectamente compatible con el socialismo postmoderno que encarna el Gobierno de Rodríguez Zapatero. ¿Cuál de sus ministros será más leninista? Habrá quien apueste, con buenas razones, por Rubalcaba, por Bibiana Aído o por González-Sinde, esta última de un leninismo más bien cochambroso, como ya habrá comprobado su jefe. Es posible, sin embargo, que quien mejor resuma la actitud leninista sea Carmen Chacón, ministra de Defensa.

En cuanto a la propaganda, la sola persona de Carmen Chacón encarna un eslogan: poner a un político pacifista y nacionalista catalán al frente del Ejército español es algo que no necesita ser glosado para ser entendido en toda su dimensión propagandística. Queda claro quiénes son los reaccionarios, los españolistas, los nostálgicos del antiguo régimen. Sin duda, una jugada digna del maestro Vladimir Ilich. Por otro lado, está su dimensión destructiva, inseparable de la propaganda. Es posible que Carmen Chacón haya contribuido a mejorar en algo la situación del Ejército.

Aun así, su acción se dedica sobre todo a variar la naturaleza de la milicia y de la lealtad militar: se impiden algunas acciones, como en el caso de los ataques de los piratas somalíes, o se prohíben otras, como ocurre en Afganistán. El último episodio de esta labor de zapa es la procesión del Corpus en Toledo. La tradición no ponía en cuestión el pluralismo religioso que el Gobierno tiene la obligación de respetar, pero eso es lo de menos. Importa en cambio censurar una tradición y, además, plasmar la naturaleza de lo que el Gobierno pretende: modelar unas Fuerzas Armadas postnacionales, desligadas de la idea nacional española, sin símbolos nacionales, sin arraigo en la tradición y en las costumbres de nuestro país. ¿Nuestro país?