Murcia
La última caída del caballo
No tengo resuello a cuenta de la última moda informativa: las noticias o las no noticias filtradas desde Moncloa, como un torrente. En cuestión de horas, al debate de las pensiones le supera el de las centrales nucleares, a éste en general el de Garoña en particular, a éste el de la deuda, a éste el de los pinganillos en el Senado, a éste el del gasto de las comunidades autónomas, a éste el de la intervención de las autonomías, a éste el de los discursos rígidos, a éste el de las encuestas, a éste el de la «tajada» por el apaleamiento de Murcia, a éste el de la recapitalización de las cajas de ahorros, a éste el de la nueva cobertura a los parados... «Rubalcaba en estado puro», –me dice un veterano socialista–. Consiste en liarlo todo. Si el Gobierno parte hacia una negociación con la posición rígida de la jubilación a los 67 años, y los sindicatos no lo admiten, Rubalcaba mezcla los debates, pone seis cosas más sobre la mesa, las revuelve todas, las filtra convenientemente, y al final saca adelante cuatro de ellas y pierde tres. Así es como hará triunfar la jubilación a los 67 años sin huelga general, mareando a la opinión pública y a los propios sindicatos, cuyas declaraciones ya no son sobre la jubilación sino sobre la conveniencia o no de la energía nuclear, un discurso nada sindical ni de izquierdas, pero que Méndez admite en privado, y a ver si, con suerte, ahora lo hace en público, ahora que lo necesita Zapatero. Porque ésta es la realidad: el Gobierno tiene que rectificar su política energética con urgencia. Apostar por la energía nuclear que es más barata que todas las apuestas zapateriles, y por cierto más limpia que el carbón. Afirmar la energía nuclear como está haciendo el resto del mundo, tanto los países desarrollados como los emergentes, tanto Estados Unidos como Rusia, China, India, Alemania, Francia o Japón. En fin, todos. Pero además, aquí las eléctricas están que trinan con un déficit tarifario creciente, un petróleo estratosférico y unas administraciones públicas que no pagan las facturas de la luz. Por eso el Gobierno necesita rectificar, porque en este asunto va con la soga al cuello. Eso sí, con apariencia de no rectificación sino de negociación y, mezclando este debate de las nucleares con el de las pensiones, la negociación colectiva de los trabajadores, los despidos en las empresas con pérdidas, o con lo que haga falta. Se trata de marear al personal y embarullarlo todo. Es la última caída del caballo de Zapatero, a la que ha llegado con obstinación después de siete años.
Rectificar es el verbo más conjugado por este Gobierno, a partir de un ideario, un programa político que desde hace tiempo es papel mojado. No soy capaz de imaginar a Pepe Blanco escribiendo el programa electoral de 2012. Donde dije digo, digo Diego. Ni una campaña electoral sin disparar contra Bush, las tropas, el capitalismo, los bancos, los empresarios y las centrales nucleares. Después de tanta rectificación, sólo falta –me dice un periodista amigo mío– que devuelvan las tropas a Irak. Veremos...
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