Crítica de cine

Las rubias tontas

La Razón
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El próximo día seis sale a la venta «Fragmentos», un libro que reúne por vez primera los poemas y escritos de Marilyn Monroe. Dice su prologuista Antonio Tabucchi, y alguno más que la conoció, que la actriz era una mujer que leía desde pequeña de forma compulsiva, que escribía en servilletas, facturas, cualquier papel; que tenía una sensibilidad y una inteligencia totalmente fuera de lo común. Yo he leído alguno de sus poemas y son impresionantes. Vean, hasta fuera de contexto, este verso: «… cuando las cosas que no entendía las olvidaba». A mí me dice tanto... Pero Marilyn se pasó la vida haciendo el único papel que un mundo bruto y sexista la permitió. Era demasiado guapa y sensual para que aceptaran que también tenía un cerebro privilegiado. Estaba demasiado sola y herida como para poder enfrentarse a los lobos. Por eso se enamoraba perdidamente, buscando, estoy segura, el amor, el padre, el defensor de su ser grande. Pero sólo encontraba hombres amantes, normal. Ella misma no debía saber si poner el acento en su cuerpo o en su alma. Especulaciones mías, algo de lo que puedo hablar porque de joven, salvando las distancias, viví algo parecido. Yo opté por mi alma y conseguí dedicarme a la escritura, y conseguí el respeto de los que han leído mi teatro. Pero la lucha sigue siendo grande. Todavía, y es muy triste, hay muchos que no quieren dejar hueco a la mujer en las letras. Miren los nombres de la Academia. O si no pregúntenselo a todas esas rubias inteligentísimas que tienen que demostrar a cada minuto que el talento, al contrario de lo que se piensa, está muy ligado a la hermosura.