En la hora de la catarsis socialista y cuando todo el mundo pide en ese partido que se depuren responsabilidades por el fracaso electoral, suena el eco de una voz quebrada, de una voz que, aún sin dejar de ser tremenda, al menos parece honrada. Me refiero a Carme Chacón, la futura presidenta del gobierno cuando el PSOE halle el camino para salir del pozo en el que se encuentra y en el que vivirá durante años. Al frente de la nave se nos pone Rubalcaba, la encarnación misma de Rasputín, la esencia del más de lo mismo, pero peor aún. Como el ruso, un monje loco. Es el futuro candidato del PSOE en las generales, el hombre que encarna y representa todas las razones del batacazo que sufre el socialismo español en estos momentos. Fue el hombre de los GAL, al menos no tuvo que empuñar las pistolas pero sí se le apuntaba entre los ideólogos, al igual que a la famosa X. Es el martillo de todas las oposiones posibles, el político que arruinó la vida de Anguita y el que ahora apartará a Zapatero tras haberlo hecho antes con Chacón. Es el hombre que diseñó el diálogo con ETA, quien influyó en jueces y magistrados para que un montón de terroristas salieran a la calle, para que Bildu llegara a los ayuntamientos, y quien más muertos tiene en el armario de este país. Un hombre, un político, que no sólo es sucio o gris, sino negro y temido por quienes le rodean cuya gestión, sin duda, ahondará en la debacle del PSOE para allanar el camino a Chacón. Rubalcaba es la encarnación del poder por el poder. Un hombre a quien sólo le interesa él, él y al final de los tiempos él. Y buena muestra de lo que digo es la renuncia de Chacón, que sólo es el principio.