Viena

España vuelve a Viena

Por fin apareció España en Suráfrica. La verdadera España, la que deslumbró en los dos últimos partidos de la Eurocopa y que ayer se metió en el bolsillo la energía y la intensidad de Alemania. Los germanos son más altos, más rubios y más fuertes que los españoles, pero no tienen tanta calidad.

La Razón
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En octavos y cuartos, los de Löw habían arrollado literalmente a sus rivales. Sin compasión. Con un contragolpe mortal en el que se unían de forma armónica la plenitud física con una precisión envi- diable en el movimiento del balón. Así sonrojaron a Inglaterra, incapaz de dar respuesta, y empequeñecieron a Argentina, deprimida sin poder marcar la diferencia con Messi. Alemania había abusado en las dos eliminatorias y llegaba con parte de las apuestas de su lado de forma merecida.España había titubeado más de la cuenta en Suráfrica. El juego de toque que se esperaba había aparecido sólo de vez en cuando y, sobre todo, había tenido pocos rendimientos ofensivos. En el de- but se acusó a los de Del Bosque de tener la pelota para nada, algo que cambió radicalmente en las semifinales. Como sucedió en la Eurocopa ante Rusia a esta misma altura y en la final con el rival de ayer, «La Roja» fue mejor con sus argumentos. Teniendo el balón tocándolo con criterio, jugando para atrás cuando la situación lo requería y acelerando hacia la portería de Neuer en el momento adecuado.Cuando la selección muestra esta versión significa que Xavi e Iniesta están al mando. Ambos cocinan el fútbol nacional en estas circunstancias, como lo hicieron ayer. Don Andrés se quedó a gusto. Cuando él aparece, todo es más fácil, y la jugada se convierte en vértigo. Un par de paredes al primer toque por un costado, y los cinco defensas se convierten en una anécdota. Iniesta entra en el área y el tiempo se para mientras encuentra el lugar del próximo pase. La sensación que dejó la semifinal mundialista es la misma que quedó tras la final de la pasada Eurocopa. Los alemanes tienen la historia de su lado, mientras el presente y el futuro son rojos. El «tiqui-taca» desconectó el múscu- lo germano sin necesidad de ir al choque. Sólo con la sutileza de esconder la pelota el tiempo suficiente para sorprender un poquito después. Los de Löw se sintieron tan inferiores como hace dos años. Fue la segunda parte de la final de Viena, cuando Casillas levantó el trofeo europeo.Ahora espera la gloria mundial, y como sucedió en la Eurocopa España ha encontrado el fútbol cuando más lo necesitaba. Igual que sucedió ante Rusia, en el mejor partido de los últimos tiempos y ayer ante Alemania. Los atascos frente a Paraguay, Honduras o Chile parecen mucho más lejanos después de ver a la selección anoche en Durban. Toque y toque hasta el éxito camino de la final, con una superioridad que el enemigo siente y le convierte en netamente inferior.