Historia

Barcelona

Españolizar Cataluña por LUIS SUÁREZ

La Razón
La RazónLa Razón

Con todo el respeto y aprecio que me merecen los esfuerzos que el ministro Wert viene realizando para enmendar muchos de los errores que se han cometido en el terreno de la Educación Pública, debo llamar la atención sobre la impropiedad de algunas palabras empleadas en las Cortes. Cataluña es una de las bases fundamentales de Hispania, desde el momento mismo en que los romanos, fuertemente instalados en Tarragona, comenzaron a emplear este nombre cuyo origen y significado no hemos podido descubrir. España es una forma de cultura y de vida, que partiendo del latín y de las hablas regionales, ha sido capaz de crear una lengua de alcance y valor universal. Me molesta cuando se trata de identificarla simplemente con el castellano, ya que esta última lengua es tan sólo una de las simientes enterradas de donde ha nacido el árbol que extiende sus ramas sobre las dos riberas del Atlántico. Lo que verdaderamente importa es destacar aquellos aspectos que en la cultura común situaron sus raíces precisamente en lo que ahora llamamos Cataluña, que nunca usó para sí calificativo de «Reino», como Aragón o Valencia o León, sino de «Principado», es decir parte de una monarquía dotada de todos los medios necesarios para una defensa de las libertades y administración de los súbditos que la componen. España se había organizado como unidad entre los siglos VI y VIII de la Era común. Luego el nombre se perdió pues al adueñarse los musulmanes de las dos terceras partes de su territorio, emplearon el nombre nuevo de Al-Andalus. Pues bien, cuando Carlomagno rechazó esa marea islámica y pudo rescatar una parte del territorio al sur de los Pirineos, utilizó el término de marca hispánica para que no hubiera duda. Y fue mediante la lengua de oc como, en los valles pirenaicos, comenzó a utilizarse el término «Spanya».
Tenemos que reconocer, pues, que Cataluña se encuentra en los orígenes mismos de esa restauración de la Hispania latina. Y lo hizo de muchas maneras: por ejemplo los Usatges, que formaban la base legislativa, no eran otra costa que el patrimonio heredado del Derecho de Teodosio II a través de la Lex romana wisigothorum; como hacían los demás fueros españoles. Sin duda, Francisco Cambó, al fundar la Lliga, se mostraba mucho más certero que los políticos de nuestros días. El objetivo no estaba en separar a Cataluña del resto de España, sino en devolver al Principado el papel de guía y maestro que en muchas dimensiones había venido desarrollando en el pasado. Tampoco conviene olvidar que los detalles para el matrimonio entre Isabel y Fernando, de donde procede la Monarquía española, verdadera Unión de Reinos, se ultimaron precisamente en un lugar de Cataluña. Es incorrecto el término «españolizar» porque ella es, esencialmente, España. Y de allí partieron muchos de los valores que ahora invocamos.
En los alrededores del año 1.000 el gran monasterio de Ripoll produjo un abad, Oliba, a quien puede considerarse como uno de los grandes maestros de europeidad. Acababa de morir Almanzor, poniendo fin a una dictadura militar que arrastraba a al-Andalus a la división. Pero Oliba, que procedía del linaje de los condes de Barcelona y por esta razón era pariente más o menos lejano de los otros reyes de España, trabajó intensamente para conseguir que todos ellos se asociasen en la gran tarea de recobrar aquella «Hispania perdida» del 711. Partió pues de Cataluña la gran iniciativa de insertar la pluralidad ocasionada por la reconquista en esa unidad que reconoce que entre gobernantes y súbditos existe un contrato que obliga al cumplimiento de la ley y asegura la libertad. A esta norma, bastante tiempo después, llamaron los catalanes «pactisme». Jaime Vicens Vives consideraba el pactisme como una de las grandes aportaciones a la vida europea, pues indica que entre el poder y los súbditos existe una especie de juramento recíproco. Pero para que un juramento sea válido es imprescindible que quienes lo comparten estén dotados de libertad. Un esclavo no puede jurar y hoy muchas formas de esclavitud se están aplicando desde el poder precisamente para destruir la libertad.
Me parece imprescindible un examen cuidadoso y muy preciso de nuestra Historia común. No únicamente la de España, sino también la de Europa, puesto que de ella formamos parte esencial. Descubriremos primero los aciertos. De que modo Jaime Balmes, que no se sentía de otro modo que como católico español, fue capaz de descubrir y anunciar los peligros que iban a sobrevenir del materialismo dialéctico. Y su muerte prematura no le había permitido llegar a conocer la existencia de «El Capital». Pero había recogido fielmente un broite de los que se hallan insertos en las laderas de Montserrat por donde Sant Jordi hizo rodar al único dragón que se atrevió a pisar suelo español. Era el mismo descubrimiento que permitiera a Ramón Lull poner en marcha el primer Humanismo. El ser humano, persona y no simple individuo, se debe a los demás y tiene que servirles. Eso es lo que, con gran osadía por mi parte, me atrevo a pedir en estos momentos: que Cataluña se decida a prestar el gran servicio que su trayectoria intelectual y moral ha permitido insertar en ese gran patrimonio, la catalanidad, sin que se nos niegue el derecho a llegar a ella.