Música

Japón

Bobby Farrell el rey del Glam por Lluís FERNÁNDEZ

El cantante de Boney M aparece muerto en un hotel de San Petersburgo

Farrell, junto a Marcia, Liz y Mazie
Farrell, junto a Marcia, Liz y Mazielarazon

Nadie sabía muy bien lo que significaba, pero todos bailaban y cantaban como locos en la pista de la disco la más famosa de las melodías de Boney M: «She Is Crazy Like Fool, What About it Daddy Cool», tratando de imitar el baile enloquecido de su cantante, Bobby Farrell, que giraba como una peonza y se desencuadernaba como un friki enajenado. Bobby llevaba el pelo afro, calzaba embutidos pantalones con pata de elefante de fantasía e iba acompañado por tres negras espectaculares disfrazadas con más lamés metalizados y estrás brillantoso que Abba cantando «Dancing Queen».

Con ellos eclosionó la música disco europea, unos años antes de que John Travolta hiciera mundialmente famosas las pistas de baile con destellos de bolas de discoteca, pistas luminosas y rayos láser silueteando los cuerpos de los bailarines.

Fueron aquellos los años de la fiebre de la música discotequera, en el momento que la transición democrática daba paso a los mejores y más descontrolados años de la generación progre que accedía con reticencia a la democracia entre bailes, moda parchís y un apolillado compromiso político.


Trajes de fantasía
La televisión española en color vivió momentos de renovación presentando a Boney M, un grupo que surgía semidesnudo, entre humos del infierno, arrastrándose por la pista con cadenas doradas. Como herederos del gay power y la moda dislocada de los petos de lamé, las capas y las botas con plataformón más vistosas, Boney M lucían espectaculares trajes de fantasía glam y destellos de mucho «glittering». El boom de la música disco propició el programa «Aplauso», cuyo concurso «La juventud baila», presentados por José Luis Fradejas, popularizó el travoltismo de arrabal.

Bobby Farrell mostraba siempre su torso desnudo, se retorcía con contoneos obscenos y ponía cara de loco cada vez que invocaba a Ma Baker, la asesina norteamericana, como si estuvieran haciéndole vudú. Se trasmutaba en Rasputín, con barba de ropería y movimientos sospechosos, elogiando las artes amatorias del «love machine» de la zarina y formidable bailarín de kasachok. Y le cantaba con devoción a El Lute, moderno Robin Hood de la España franquista, que ansiaba una libertada que también llegó para todo el país.

Él fue el alma y el cuerpo del grupo antillano creado por el alemán Frank Farian, inventor del dúo Milli Vanilli, un bluf de estudio, como Boney M, con la diferencia de que tanto Boby Farrell como Maizie Williams cantaban de verdad y el grupo ha sobrevivido hasta la fecha, después de cosechar 15 discos de oro y 150 millones de ejemplares vendidos. De hecho, Bobby Farrell ha encontrado la muerte en un hotel de San Petersburgo, en donde tenía previsto actuar este fin de año y desearles a los rusos «Feliz Navidad, próspero año y felicidad».


Tan potentes como Volvo
No se puede entender la evolución de la música disco sin la participación de grupos europeos. Aquí las influencias son mucho más variadas: jazz, pop, estilos locales así como una evolución hacia los sonidos sintetizados, fundamentales para comprender la música de los 70 y 80. Los suecos Abba y los holandeses Boney M, con el denominado «Sonido Munich», son de los pocos grupos de Europa de los setenta que también sembraron éxitos en EE UU, Australia, Canadá y Japón. Los artistas grababan en inglés y mezclaban estilos, con lo que enseguida eran absorbidos por el mercado norteamericano. Durante un tiempo, Boney M (en la foto 2, Farrell, junto a Marcia, Liz y Mazie) fue el segundo producto de exportación de Suecia después de la Volvo.


Lluís FERNÁNDEZ