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La Razón
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Ansiedad, angustia y desesperación son sentimientos diarios de millones de españoles por la catastrófica situación económica. Zapatero intenta insuflar optimismo y reitera que ha empezado la recuperación, pero su mensaje no cala por la desconfianza que genera su capacidad y la de su Gabinete para poner freno a la crisis. Además, el miedo a vivir el desastre griego atemoriza a esa mayoría convencida de que el Gobierno no ha tomado las medidas necesarias; una convicción reforzada por la bajada de la calificación de la deuda española. Cada día resulta más evidente la necesidad de poner en marcha determinadas reformas, pero existe nula confianza en quien tiene que adoptarlas. En ese punto surgen la ansiedad, la angustia y la desesperación entre pudientes y no pudientes. Los primeros porque temen una debacle económica que los haga llegar a arruinarse y los segundos porque no ven la luz y mucho menos al conocer el plan de austeridad griego. Para reducir el déficit actual al 3,6% en 2013, Papandreu se compromete a recortar el sueldo de los funcionarios, detener las contrataciones públicas y congelar el salario en el sector privado durante tres años. También recortará las pensiones, que pasarán de 14 pagas anuales a 12. ¿A qué espera Zapatero para ponerse las pilas antes de que lleguemos a esa tesitura? Si no sabe, no puede o no quiere, que permita la llegada de alguien capaz de hacer desaparecer la angustia…