Castilla y León

OPINIÓN: Pasan los aviones

La Razón
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La llegada del otoño, este año, ha sido especialmente dura. No por el cambio de hora, que ya les adelanto que nos desfasará a todos a partir de esta noche. Últimamente las malas noticias están a la orden del día. La crisis que a lo mejor veíamos a lo lejos hace un año, ya nos ha azotado a todos. Algún familiar o amigo se ha quedado en la calle. Algo a lo que, por cierto, contribuye una estupenda reforma laboral hecha a la medida del empresario que busca lavarse las manos. Que los hay. Pero, como dice el maestro, hay que trabajar para vivir, que no vivir para trabajar. También dice que la muerte llega como consecuencia de una circunstancia: la vida. Aquella desdichada se cebaba a finales de la pasada semana con una compañera de la televisión de Castilla y León. Una chica de 28 años, brillante, con dos Premios Cossío de Periodismo, y con un bagaje, su cariño, sonrisa y dedicación, que no logran borrar la lágrima que más de uno hemos derramado por la injusticia de ver que esto ocurre, que nos puede pasar. Hace apenas un año una gran amiga, que ahora pisa con fuerza tierras catalanas, perdía de forma inesperada a su padre. Me llamaba volviendo, en el tren, y no daba crédito. Imaginen ella. Imaginen al gran David, compañero en la facultad de Salamanca, que siempre tenía algún comentario irónico, que encontró en Beatriz su gran tesoro, eso tan difícil de hallar. Ánimo compañero. Ánimo a todos los que la quisísteis, porque de estos renglones torcidos de Dios hay poco que aprender, pero sí de quienes nos dejaron su poso de valía, su ejemplo de cómo vivir, a pesar de que se han ido. Y no olvidemos a los que quedamos.