Europa

Ginebra

La naranja tiene que ser naranja

La citricultura española ha pedido al Ministerio que sea firme en dicho encuentro y se oponga a la medida.

La naranja tiene que ser naranja
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Una naranja tiene que ser de color naranja, porque si no cambiaría de nombre. Algo que puede resultar tan evidente, no lo es tanto para los agricultores de América del Sur, quienes vienen reclamando desde hace años que se permita vender esta fruta siendo de color verde, algo que hoy por hoy está prohibido.

Esta petición, planteada fundamentalmente por Brasil y Argentina (en estos países resulta más complicado conseguir el color naranja en los cítricos) y que viene intensificándose en los últimos tiempos, se tratará en la reunión que mantendrá entre los próximos días 1 y 5 de noviembre en Ginebra el Comité de Comercio de la Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas (CEPE/UN).

En vista de este encuentro, la citricultura española, representada por Intercitrus, exigió el pasado martes en Valencia al secretario de Estado de Medio Rural y Agua, Josep Puxeu, que la postura de España sea inflexible en este sentido y se oponga de forma drásticaa esta medida.
Tal y como explicaron fuentes de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA), los motivos por los que debe evitarse a toda costa que esto se produzca son básicamente dos.

Uno de ellos hace referencia a la estética. El consumidor, sobre todo el europeo, identifica absolutamente los cítricos con el color naranja, y cuando están de color verde, en la mayoría de los casos, es porque todavía no se ha conseguido el punto óptimo de maduración.

Cuando, aún siendo verde, está en buen estado para ser vendida, la fruta se somete a un proceso denominado «desverdización» para transformar la clorofila en carotenos, que son los que dan el color naranja.

Todo ello porque si se pusieran a la venta frutos verdes, bajaría el consumo puesto que el comprador pensaría que no cumplen con los requisitos de calidad.

La otra razón hace referencia a las inspecciones que se deben realizar en las naranjas y las mandarinas para comprobar si su estado es adecuado para la venta.

En la actualidad, aquellas que muestran un color verde, directamente no llegan al punto de venta hasta que alcancen el punto correcto de maduración.

Si se permitiese la venta de naranjas de color verde, los inspectores tendrían que abrirlas para comprobar en el interior si han alcanzado el punto adecuado de madurez para salir a la venta. Con lo cual, las inspecciones serían mucho más lentas y costosas.

Tal y como señalaron fuentes de AVA, «Europa es el principal mercado citrícola del mundo, y no tiene ningún problema en competir con los países productores de América del Sur. Pero no pueden permitirse normas que les den tantas facilidades a unos y compliquen las cosas al agricultor europeo».


Demasiadas ventajas
La Unión Europea se encuentra en plena negociación con Mercosur (los países de Sudamérica) para llegar a un acuerdo y conseguir la plena apertura del mercado europeo a los productos procedentes de Latinoamérica. Uno de los problemas con los que se encuentra el pacto es que dichos países no tienen las mismas restricciones que los europeos a la hora de poder usar los productos fitosanitarios para tratar las plagas. Si a esta ventaja se une en un futuro el hecho de que puedan vender en Europa cítricos de color verde, la posición de desventaja de los productores europeos será mucho mayor. Es por ello que los agricultores españoles insisten al Gobierno español en que, al menos en esto, mantengan una posición firme y no dejen que se apruebe esta propuesta de los latinoamericanos en el encuentro que se realizará el próximo mes de noviembre.