Escuderías
Radicales libres por Fernando SÁNCHEZ-DRAGÓ
Tengo ante los ojos un libro escrito por el doctor Yukie Niwa, japonés que dirige una clínica de antiaging y tratamiento de enfermedades degenerativas e inflamatorias en la isla de Shikoku. Su título es: «Los radicales libres invitan a morir». El nombre del doctor Niwa, que no es un sanador de la Nueva Era, sino un médico en toda la extensión de la palabra, de enorme prestigio en su país y fuera de él, está asociado a los productos SOD, que curan muchas dolencias, mejoran algunas, previenen otras y ralentizan el envejecimiento. Yo los tomo desde hace aproximadamente cuatro meses. Ya les contaré, porque cobaya soy y nunca recomiendo nada cuyas propiedades no haya verificado antes en carne propia. Hoy quiero mencionar otros aspectos del libro. Morimos porque nos oxidamos. Eso no es nuevo. Sí lo es afirmar, como lo hace el doctor Niwa, que el 90 por ciento de las enfermedades humanas proceden directa o indirectamente del incremento del índice de radicales libres en el organismo. No son éstos perjudiciales en sí mismos, sino necesarios, en justas dosis, para sobrevivir, porque atajan la agresión de los virus y bacterias, pero se tornan letales cuando su número, debido al paso de la edad y al peso de los fármacos de laboratorio, de las terapias químicas, de las exploraciones radiológicas y de la contaminación ambiental, se dispara por encima de lo razonable y los convierte en nocivos no sólo para las alteraciones de las células enfermas, sino también para las sanas. Combatirlos es, por lo tanto, esencial para la salud y la esperanza de vida, pero, según Niwa, y en contra de lo que muchos creen y yo mismo he sostenido aquí y en otras partes, los suplementos vitamínicos y complementos alimentarios que tan de moda están sirven para muy poco, o para nada, y sus efectos pueden ser, incluso, negativos. Los aceites de origen marino, por ejemplo, estarían, oh sorpresa, en ese caso. Aún estoy tambaleándome.Volveré sobre el asunto.
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