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Actualidad
De Melchor: el último acorde
El sevillano Enrique de Melchor, uno de los grandes guitarristas flamencos junto a Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar, ha fallecido hoy a los 61 años en Madrid tras una larga enfermedad, según ha informado a Efe la Sociedad General de Autores (SGAE).
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La guitarra flamenca perdió ayer a uno de los exponentes más puros de ese arte con el fallecimiento del sevillano Enrique de Melchor a los 61 años. Murió en Madrid, donde tenía una tienda de guitarras flamencas, tras una vida consagrada a la búsqueda de la pureza de su arte y que se cortó demasiado pronto por un cáncer fatal. «Era un bendito, Enrique de Melchor era bueno desde que se levantaba hasta que se acostaba, y no es un tópico. Es que mejor persona no se podía ser», explicó el cantaor Diego El Cigala, uno de sus más rendidos admiradores y con quien el guitarrista tuvo una buena amistad.
Nacido en la localidad sevillana de Marchena, donde vivió hasta los 12 años, De Melchor hizo de Madrid su centro de operaciones, aunque siempre anduvo con la maleta a cuestas para acompañar a diversos cantantes, ya fueran flamencos, tonadilleros, rumberos o representantes de la canción ligera. Entre otros, tocó con Antonio Mairena, Camarón de La Isla, La Perla de Cádiz, Pansequito, Rocío Jurado, Chiquetete, El Lebrijano, El Fary, María Jiménez o José Menese. Y siempre lo hizo con dedicación, fuera cual fuera el vocalista principal.
Amante de la pureza
Como solista actuó en escenarios como el Queen Elizabeth Hall de Londres, el Teatro Real de Madrid, el Liceo de Barcelona y el Carnegie Hall de Nueva York, y en escena midió sus fuerzas junto a otros guitarristas como Paco de Lucía y cantantes como Montserrat Caballé o José Carreras. De su padre, Melchor de Marchena, heredó la sensibilidad hacia el cante y su maestría para acompañarlo, siempre sin vanidad. Amante de la pureza, tampoco desdeñó las nuevas corrientes que surgieron con el paso de las décadas y se mostró dispuesto a asimilar diferentes formas de expresión, siempre que fueran auténticas. A su talento para tocar unió su modestia, trabajo y profesionalidad, motivos por los cuales fue enormemente solicitado.
«Tenía el conocimiento de lo que era tocar la guitarra para cantar, que hoy día no saben tocar la guitarra para cantar: era un guitarrista de cantaores. Y aparte de personalidad, tenía un sello propio», resumió El Cigala. Carmen Linares le recordó también desde elcorazón: «Siempre le decía que me había acompañado en una soleá que grabé para ‘‘Antología de la mujer'' como no lo ha hecho nadie. Estaba esplendoroso. Actué con él muchísimo y era de los mejores artistas para acompañar el cante, que es bastante difícil». Le recuerda la cantaora como un hombre «superdivertido y cariñosísimo, muy simpático. Le gustaba la vida y disfrutaba de ella. Jamás le escuché hablar mal de nadie», comenta.
Bendito escolástico
Las voces que quisieron recordar a De Melchor fueron incontables. La cantaora Marina Heredia explicó que se trataba de «un guitarrista muy característico, que ha acompañado a todos los grandes, con un toque muy personal». Manolo Sanlúcar, que compartió escenario con su padre, dice que «esa admiración, que sentía por él se prolongó hacia Enrique, de manera que en él se unía toda la tradición de su padre y su actitud de ver la guitarra desde una posición escolástica».
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