España

No sólo espíritu navideño

La Razón
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El último cara a cara parlamentario del año entre Zapatero y Rajoy sorprendió por su tono y sus mensajes. Imbuidos de un «espíritu navideño», se aparcaron diferencias y se mostró la voluntad de alcanzar posiciones comunes en materia económica para defender juntos «los intereses de España» ante la Unión Europea, y conseguir así un mejor «marco financiero plurianual». El líder de la oposición tendió la mano al presidente del Gobierno en una intervención constructiva y razonable que eludió en todo momento la crítica severa, a pesar de contar con sobrados motivos para ello. La voluntad de acuerdo de Mariano Rajoy ha sido una constante en su trayectoria como jefe de filas del PP, aunque el líder socialista haya entendido habitualmente el compromiso y la transacción con el adversario como la imposición de sus tesis y el veto a las populares. El talante exhibido ayer en el debate monográfico sobre el Consejo Europeo celebrado la pasada semana debe ser bienvenido, porque hemos defendido con insistencia la necesidad del entendimiento entre los dos principales partidos en políticas de Estado, algo que, desgraciadamente, ha sido una excepción hasta la fecha por la resistencia y las maniobras del Gobierno. Resulta, sin embargo, poco probable que el «espíritu navideño» de este Pleno perdure; parece más bien transitorio y limitado en principio a las estrategias comunitarias, con ser éstas de gran trascendencia. El horizonte a corto y medio plazo para el país demanda otro tipo de respuestas y actitudes a las mantenidas hasta ahora, especialmente por el Gobierno y el PSOE. El propio Zapatero anunció ayer en el Congreso que España necesitará cinco años para corregir los desequilibrios estructurales de su economía y que ese lustro será decisivo para la prosperidad de los españoles. Se nos anuncia una larga etapa de sangre, sudor y lágrimas, algo que, por otra parte, había sido reconocido y anunciado ya por las principales instituciones nacionales e internacionales. Este intenso baño de realidad, en el que el presidente está inmerso desde que Europa tomó cartas en la política económica española, resulta en sí mismo un avance, pero será necesario articular compromisos mucho más ambiciosos que, de momento, no se atisban. Con el horizonte electoral todavía lejano, y un Gobierno sobrepasado y errabundo, al principal partido de la oposición le corresponde dar los pasos al frente que sean necesarios para sumar esfuerzos y favorecer grandes acuerdos que parecen imprescindibles para recuperar cierta confianza internacional en España y sostener los sacrificios que parecen ineludibles. El PP, desde la oposición por el momento, debe asumir su responsabilidad en un nuevo liderazgo político, que no puede pasar por un Gobierno desprestigiado y sin capacidad ni solvencia para asumir en solitario la colosal tarea que se nos viene encima. Gobierne quien gobierne, toca arrimar el hombro conscientes de que se afronta un desafío nacional y que la alternativa a no emprender esa especie de catarsis política, económica y social será un colapso de impredecibles consecuencias. Que cada cual, por tanto, asuma su deber.