Barcelona
Higgs: «Soy incapaz de explicar mi teoría a un niño»
El autor de la investigación sobre la «partícula divina» no descarta ganar el Nobel. «No toda la Física depende de mi hallazgo»
BARCELONA- La partícula más pequeña jamás hallada lleva su apellido, el bosón de Higgs. De hecho, han tenido que pasar casi 50 años para que aquella teoría que surgió en su mente dando un paseo y que desde entonces defendió a capa y espada pudiese ser probada en contra de lo que muchos de sus colegas sostenían. Y aun así, Peter Higgs conserva intacta la modestia propia del que mucho ha vivido y luchado. Tiene 83 años y ha consagrado su vida a la ciencia, un campo que aún hoy necesita justificar su importancia para arañar subvenciones públicas y fondos privados.
El pasado 4 de julio, la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) anunció el hallazgo más esperando entre la comunidad física internacional. Dos investigaciones del Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el mayor y más potente acelerador de partículas, confirmaron la existencia del bosón de Higgs, también bautizado como la «partícula de Dios» –una denominación que él rechaza–. Ese día, el físico británico supo que aquella teoría que en 1964 garabateó en un papel en su despacho de la Universidad de Edimburgo se había convertido en realidad. Se había demostrado así la existencia de una partícula elemental que habría dotado de masa al resto de partículas y, por tanto, habría permitido la formación del Universo tal cual lo conocemos.
Aquel día «cambió mi vida», asegura Higgs al auditorio de periodistas que durante una hora y media le bombardean a preguntas en el Ágora del CosmoCaixa de Barcelona.
Higgs aterrizó anteayer en la Ciudad Condal invitado por la Obra Social La Caixa para impartir la conferencia «Inventando una partícula elemental», atendiendo así a una de las innumerables peticiones que desde el pasado verano el físico y su equipo han recibido para divulgar su conocimiento y experiencia. «Menos abrir un supermercado, nos han pedido muchas otras cosas», bromeó el también científico Alan Walker, que acompaña a Higgs en su periplo.
A Higgs, que jamás ha escrito un mail, le cambió la vida aquel 4 de julio por el interés suscitado y por «la publicidad que se ha dado sobre este hecho», pero admite que es incapaz de saber cómo este hallazgo cambiará la vida del resto de personas. Más aún, confiesa que explicar la existencia del bosón a alguien que no tenga unos mínimos conocimientos de física es imposible. De hecho, reconoció «ser incapaz de explicar mi teoría a un niño de 6 años».
Sus colegas, Walker y el director del Instituto de Física de Altas Energías, Matteo Cavalli, salen en su ayuda. Tal vez sea difícil determinar qué aplicaciones prácticas tendrá el nuevo descubrimiento pero la Historia está plagada de ejemplos de hallazgos que a priori no suscitan un cambio inmediato. «Hace 100 años que se teorizó sobre la mecánica cuántica», apunta Cavalli, «pero tuvieron que pasar 50 años para gozar de una aplicación». Y añade: «Hoy la vemos en los ordenadores portátiles, en los chips, etc». Así, Walker recuerda que la existencia de la partícula no hubiese podido ser demostrada sin la tecnología desarrollada para ello y que, a su vez, ésta no hubiese podido existir sin hallazgos científicos anteriores.
«Se necesita un enfoque diferente para hallar una aplicación práctica al que se necesita para teorizar», argumenta Higgs. Pero lo que está claro es que este descubrimiento «hace avanzar nuestra comprensión de cómo funciona el universo y su evolución». No en vano, Higgs no descarta ganar el Nobel, aunque reconoce que su comité es «conservador».
Lejos queda ya la primera versión de la teoría del campo de Higgs que formuló en un escueto artículo y que desglosó en un segundo texto que también fue rechazado por su editor. De ese rechazo, Higgs afirma con total sinceridad que se sintió «muy molesto», pero que le llevó a entender que «había teorizado algo importante». «Existían grandes partes de la comunidad científica que no utilizaban ese marco referencial» sobre el que Higgs teorizó, por lo que «la gente no entendía lo que escribía», apuntó con cierto toque humorístico.
Ahora que la ciencia le ha dado la razón, «se ha llegado al final del camino, pero se ha abierto otro nuevo». Es el leit motiv de la investigación: descubrir o descartar algo para avanzar en la comprensión de lo que nos rodea y de lo que somos y fijarse nuevas metas impensables en el pasado. «Quedan cosas por descubrirse y realizar un análisis más profundo de lo hallado hasta ahora», apunta Higgs sobre el bosón. «La expectativa es estudiar una estructura más amplia que se conecta con el futuro de la cosmología primigenia», conocer al detalle la relación entre astrofísica y cosmología, tanto a pequeña como gran escala. Con todo, «hay mucha física que no depende de esta teoría», añade cuando se le pregunta si la importancia de este hito puede ser comparada con el descubrimiento del ADN.
Consecuencias filosóficas
Si la verificación del modelo de partículas propuesto por Higgs «no lo explica todo», en palabras del científico, «las consecuencias filosóficas del hallazgo son imprevisibles», destaca Cavalli. Aunque, de momento, lo que sí quiere dejar claro Higgs es que el bosón que lleva su nombre nada tiene que ver con la partícula de Dios, «porque una cosa es la ciencia y la otra la teología» y no se puede crear confusión.
Más apoyo para la I+D+i pública
Alrededor de 50 científicos punteros españoles han remitido dos cartas al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en las que le solicitan que no recorte los recursos destinados a la I+D+i, ya que abocaría a la investigación a su desaparición en el ámbito público. Entre los firmantes se encuentran premios nacionales de investigación, como la bioquímica Margarita Salas o la química María Vallet, o premios Rey Jaime I, como el químico Luis Oro. También la rubrica Ginés Morata, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2007, y Flora de Pablo, ex directora del Instituto de Salud Carlos III.
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