Zaragoza

Padilla en estado puro un año después de la tragedia

Zaragoza. Séptima de la Feria del Pilar. Se lidiaron toros de Daniel Ruiz, y uno, el 5º lidiado como sobrero, de Garcigrande, terciados de presentación y más bajos que el resto de feria. El 1º, noble, un punto tardo y acaba rajado; el 2º, deslucido, rebrincado y pegajoso; el 3º, imposible, se descoordina; el 4º, paradote, de poco recorrido y el fondo justo; el 5º, buen toro, sobre todo por el izquierdo, repitió y humilló; y el 6º, noble y manejable. Lleno en los tendidos. Juan José Padilla, de blanco y oro, buena estocada (oreja); estocada caída (oreja).El Juli, de azul marino y oro, pinchazo hondo bajo, dos descabellos (silencio); pinchazo, estocada trasera (oreja).Alejandro Talavante, de obispo y oro, pinchazo, media tendida (silencio); pinchazo hondo tendido, aviso, siete descabellos (silencio).

Juan José Padilla cortó dos orejas y le sacaron a hombros, ayer en Zaragoza
Juan José Padilla cortó dos orejas y le sacaron a hombros, ayer en Zaragozalarazon

AMiguel Abellán se le saltaban las lágrimas en esta misma plaza y un año antes. A Miguel Abellán y a todo aquel que tuviera sangre en las venas. La desgarradora cogida de Juan José Padilla nos dejó atrapados en el tiempo, condenados al insomnio y con la afición hecha jirones. Un toro, aquel toro de Ana María Romero, que le había avisado, le cogió en banderillas. Le metió el pitón por la mandíbula y encontró terrible salida por el ojo. El silencio se adueñó de nosotros y tardamos tiempo en desperezarnos de él. La noche fue larga y atormentada la espera de Diego Robles, su hombre de confianza, su cuadrilla y la familia en camino. Cinco meses después, con un calvario a la espalda que pocos conocen en realidad, regresó a los ruedos en Olivenza. Flaco, con el parche en el ojo, resucitaba el nuevo Padilla que vio la muerte en Zaragoza y sufrió las secuelas, físicas y sicológicas de un percance para el que nadie está preparado. Ayer, un año después se anunciaba en el mismo ruedo, el de los recuerdos horribles. Y cuando Padilla asomó por la puerta de cuadrillas se cayó la plaza. Emocionante reencuentro, entrega absoluta y sin miramientos hacia el torero jerezano. Torero del mundo. Torero de todos, el torero del #fuerzapadilla que inundó aquella noche y las sucesivas las redes sociales. Tronaba el coso de La Misericordia y cómo retumbaría el corazón del torero. Con las mismas, el beneplácito del público, se fue a la puerta de toriles en un «aquí no ha pasado nada», sin heridas que lamerse. Íntegro y dispuesto. A portagayola, lances de recibo y un brindis especial: al doctor Valcarreres y a los médicos que le intervinieron aquella noche del 7 de octubre en el hospital Miguel Servet. Larguísima operación. Admiración por el cuadro médico. Fue noble el toro de Daniel Ruiz, un punto tardo y acabó por rajarse cuando Padilla cogió la espada. Antes había dejado las banderillas y una faena seria, asentada y limpia.
Entró el acero y paseó el trofeo. Otro más sumaría del cuarto, que brindó a Suárez Illana, que le ha acompañado en toda la recuperación. Tuvo el toro poco recorrido, pero de afán más afán logró cortarle la oreja. Con su hija Paloma dio la vuelta al ruedo. No sé quién sentía más orgullo de los dos: si el padre o la niña. A El Juli le devolvieron el segundo y corrió turno. El toro, muy terciado de presentación, como toda la corrida, muy justa para una plaza como Zaragoza y más si tenemos en cuenta lo que se ha lidiado en este ruedo los días anteriores. Sólo con echar la vista atrás 24 horas es suficiente. Y la plaza llena. En el día bueno, es responsabilidad de todos estar a la altura. Fue toro pegajoso y a menos el segundo y la faena de El Juli le quedó discreta. Con el sobrero de Garcigrande, toro agradecido que embestía por abajo y a más al ser sometido, conquistó la plaza. La virtud fue el poder, la capacidad de sometimiento, de romper al toro, de quererle llevar más y más. Así los muletazos le salieron larguísimos, pero también perdió en ese camino la estética de tanto forzar el viaje del toro. El trasteo fue muy explosivo y de matar a la primera hubiera cortado doble trofeo.

Talavante pasó inédito con el tercero que se descoordinó y no hubo manera. El sexto tuvo nobleza, muy manejable en las telas, pero Talavante no encontró la sintonía con el toro. La pierna de salida muy atrás y sin hilo conductor para hacernos partícipes.
Fue la tarde de Padilla. De Juan José Padilla. Un año después muchos vemos alejarse los fantasmas de aquella tarde. Qué mérito. Un héroe de carne y hueso.