Presupuesto del Estado
Día de los enamorados
Anda el Galgo Apeles un tanto preocupado por el desamor que detecta entre ese montaje que resumimos con el nombre de Bruselas y los intereses de los agricultores y ganaderos comunitarios. El último ejemplo es el siguiente: se han empeñado los burócratas que pululan por los pasillos de las instituciones de la UE en que el Comité Especial de Agricultura (CEA), organismo encargado de preparar los trabajos del Consejo de Ministros, y otros grupos de trabajo se dediquen a estudiar la adaptación de la normativa comunitaria agraria al Tratado de Lisboa. Ello supone modificar cerca de cuarenta reglamentos, que llevan vigentes, en algunos casos, muchos años; pero es que, además, puede que cuando acaben todas estas negociaciones esos textos hayan quedado derogados por las próximas reformas que ya se avecinan.
En resumidas cuentas, que tanto debate y negociación «chorra» no serviría para nada.
Mientras tanto, el campo de la UE y los agricultores y ganaderos se encuentran rodeados por múltiples problemas, en los que los expertos deberían concentrar su atención, pero que no lo hacen porque están dedicados a otros menesteres. Entre ellos se podrían citar el incremento del precio de los cereales, el modelo de ganadería intensiva, la preparación de la reforma de la PAC, conseguir el dinero para financiarla o la política sobre transgénicos.
Eso supone acrecentar el divorcio existente entre la opinión pública y los ciudadanos de a pie, en este caso los profesionales de la agricultura y la ganadería, y aquellos que deben tomar decisiones en esta materia. Entre todos hemos creado un monstruo que, al final, va a terminar devorándonos, incluso a ellos, a los funcionarios que, encerrados en sus despachos de cristal, no ven más allá de sus narices.
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