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Actualidad
Memoria histórica desde Francia
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Conocemos Auschwitz. Y Dachau. Mattahussen nos suena porque por sus barracones pasaron 5.000 españoles y muchos no regresaron. Pero es menos conocida la historia de Argelès-sur-Mer, el campo de internamiento en la localidad del Languedoc-Rosellón, en el sur de Francia. Allí estuvo preso, unos meses, el protagonista de «Las olas», Miguel (interpretado por el asturiano Carlos Álvarez-Nóvoa), un nombre ficticio para algunos de los 100.000 republicanos que se calcula fueron confinados allí por las autoridades francesas en 1939 tras cruzar la frontera. Miguel acaba de enviudar y decide entonces abandonar su vida de jubilado en Valencia para reencontrarse con su pasado.
En un viejo R-12
Aunque poco cuenta del motivo o el destino de este hierático y lento viaje por tierras españolas y francesas el primer largometraje de ficción del documentalista Alberto Morais, cuya cámara sigue pacientemente al protagonista en su viejo R-12 o en sus impulsivos paseos, en los que se adivina la huella de la guerra y el exilio en el anciano en forma de breves visiones que le asaltan.
Alejado de cualquier concesión a la narrativa comercial, Morais explica que buscó «un procedimiento narrativo no instalado en un modelo de representación tradicional», y asegura: «Quería que el espectador se quedara con los paisajes», instantáneas de carretera que le llevan por el interior de Zaragoza, Barcelona y Lérida hasta que el periplo de su protagonista llega al mar, a esas costas de Argelès-sur-mer que dan título al filme, allí donde se hacinaron los exiliados en condiciones infames, y donde muchos murieron de frío, disentería o tifus. «Es la historia más desconocida», explica sobre su elección. «El título del filme procede de que los cuerpos permanecían durante días en las orillas de las costas francesas». Pero Morais plasma una mirada interior, nada explícita, sólo insinuada: «El filme también pone en tela de juicio la memoria histórica desde el punto de vista institucional: no se trataba de levantar un monumento y ya está. Este planteamiento le pide al cine un compromiso riguroso», asegura el director.
El detalle
CON CAMISA DE FUERZA
Morais impuso a Álvarez-Nóvoa y a Laia Marull –que da vida a una joven que ayuda al anciano en carretera– un riguroso hieratismo. «Una pequeña camisa de fuerza en lo narrativo y lo gestual», reconoce el director.
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