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Primero la disolución por José Antonio Vera

La Razón
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Piensan algunos que a ETA hay que darle cuanto antes lo que pide. Gran error. Si se le da lo que quiere ahora, pedirá luego más, de manera que al final no quedará nada que dar, y estaremos en las mismas. ETA tiene que demostrar que su compromiso con la paz es bastante más que algo puramente coyuntural, y la mejor manera de hacerlo es anunciando su total disolución con entrega expresa de las armas, dando información puntual de dónde se encuentran sus arsenales. A partir de ahí empezaremos a creer que estamos ante una decisión definitiva real, como en su día ocurrió con la rama político-militar de la banda. Llegado ese momento se entiende que la sociedad sabrá ser generosa para olvidar la pesadilla de un terror que sólo ellos ocasionaron. Pero eso será con posterioridad, sin entenderse como condición previa, sin ataduras, sin imposiciones ni pactos. La política penitenciaria es algo que por sí mismo se puede hacer sin más. Se viene haciendo de hecho desde siempre y se habrá de continuar con objeto de ayudar a aquellos presos de ETA que tengan alguna enfermedad o a los que demuestren voluntad de arrepentimiento cierto. Pero una cosa son traslados o acercamientos puntuales al País Vasco y otra diferentes movimientos masivos que sólo obedecen a acuerdos políticos entre una banda de asesinos y el Gobierno.El actual Ejecutivo de Rajoy está haciendo lo que debe en la lucha antiterrorista. El cese de las pistolas ha de ser unilateral, por convicción de los pistoleros de que la única vía posible es la pacífica, la actividad política pura admitiendo que es aceptable como tal, siempre y cuando se defienda sólo con la palabra y como se hace en democracia, es decir, a través de elecciones. Sería bueno, por lo demás, que el principal partido de la oposición, a día de hoy el PSOE de Rubalcaba, apoyara al Ejecutivo en este planteamiento tan democráticamente impecable. Si no lo hace habrá que pensar que probablemente detrás de esa actitud se esconde una inconfesada entente con quienes nada se puede acordar mas allá del ámbito estrictamente democrático.