París
Mercedes Gómez-Pablos: «No podría vivir sin mis muertos»
Con firma propiaProfesión: pintora. Nació: en 1940, en Palma de Mallorca. Por qué está aquí: expone «La palabra se hizo pintura» en la galería Orfila (Madrid), 51 obras casi abstractas sobre papel.
–«La palabra se hizo pintura». ¿Por qué pintura casi abstracta?
–Así intrigo al espectador, le inquieto. El arte está para inquietar.
–No sé si el arte necesita de indignados...
–No. Lo que necesita es belleza. A mí me indigna la fealdad que ahora está tan presente en el arte.
–Y además pagan mucho dinero por ella...
–Sí, más que por la belleza. Puro marketing.
–Adora la palabra, dice. Entonces, ¿una imagen no vale por mil palabras?
–No. Intento completar la palabra con la imagen, me hago cómplice de los poetas.
–Las palabras le provocan colores y formas. ¿También las de los políticos?
–Ésas sólo me producen un profundo aburrimiento. Menos mal que vivo la mitad del año en París. Alejarse desintoxica mucho.
–La campaña se llena de palabras. ¿Qué nos puede producir su exceso?
–El exceso de palabras lleva a la manipulación. Tienes que escoger: no te puedes dejar invadir por ellas.
–«Las palabras han de estar al servicio de la política, no la política al servicio de las palabras», dijo ZP. ¿Una frase para enmarcar?
–No. Los políticos deben de estar al servicio del pueblo. Enmarque eso.
–Dice que su vida está repleta de fantasmas...
–No podría vivir sin mis muertos. Leer un libro es ver un fantasma, me decía Bergamín. Él es hoy uno de mis fantasmas preferidos. Es más apasionante hablar con los fantasmas poéticos que con los vivos.
–José Bergamín le presentó a André Malraux en París y se quedó muda...
–Fui incapaz de decir una palabra. Bergamín se indignó conmigo. Era muy joven (mi primera exposición en París) y Malraux me impresionó.
–La noticia del asalto al Congreso el 23-F le pilló junto a Alberti...
–Nunca en mi vida he visto una expresión de miedo más escalofriante. Su palidez era mortal. Le ofrecí mi casa para que se escondiera, pero no aceptó. No quiso comprometerme.
–Conoció a Neruda, fue amiga de Valente y Robert Graves le dio un valioso consejo...
–Me recordó que el mejor amigo del escritor es la papelera. Deshago casi más obras de las que acabo. Reutilizo las telas, claro.
–Steve Jobs: «Cambiaría toda mi tecnología por una tarde con Sócrates».
–Yo, mis cuadros por lo mismo. Mientras le preparaban la cicuta, Sócrates tocaba la flauta. Quería aprender bien la pieza antes de morir.
–A ver si va a resultar que le ejecutaron por la ejecución...
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