España
Cataluña pierde una tradición querida
El Parlament prohibió la Fiesta Nacional a partir de 2012 tras una campaña de acoso y derribo
Una estocada mortal. Así fue la decisión tomada por el Parlamento de Cataluña el pasado 27 de julio de 2010. Después de año y medio de firmas, de manifestaciones delante de La Monumental de Barcelona cada domingo de toros, de menosprecios y desplantes a los aficionados...
Después de todo eso y mucho más, se consumó el tremendo jarro de agua fría. Cataluña vetaba cualquier corrida de toros a partir de enero de 2012 en una decisión sin precedentes en España.
Con el respaldo del Partido Socialista de Cataluña, que ofreció libertad de sufragio, la Iniciativa Legislativa Popular fue respaldada en el hemiciclo con 68 votos a favor, por 55 en contra y 9 abstenciones. De nada sirvieron los guiños a la Fiesta brindados desde todos los confínes del país por primeros espadas de las artes, la política o el propio toreo, con mención especial para el matador catalán Serafín Marín, que no dudó en ceñirse senyera y barretina para trenzar el paseíllo en pleno San Isidro.
El propio diestro de Montcada rozó el cielo el 25 de septiembre –mes en el que los mismos votos que apuntillaron los toros blindaron los «correbous»– con un indulto histórico cargado de simbolismo en la tradicional Feria de la Mercé, rebautizada de la Libertad. Tras el festejo, los aficionados pasearon a su torero en volandas y de manera espontánea por las principales calles de la Ciudad Condal. Una revolución cívica que también vivió un día antes Morante.
El veto catalán sirvió al menos para despertar la conciencia del mundo del toro, liderado por las figuras del escalafón, responsables directas del traspaso de competencias del Ministerio de Interior al de Cultura. Un rayo de luz que sumar al recurso de inconstitucionalidad presentado por el PP y admitido ya a trámite por el Tribunal Constitucional.
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