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ERE deluxe por Enrique Miguel RODRÍGUEZ

La Razón
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Por estas tierras sabemos más de ERE que el resto de la unión europea. ERE para orgías, para drogas, para mariscadas, para grandes viajes, incluso algunos para el que le correspondía por derecho. En esto, como en cualquier negociado, también hay una zona VIP, los ERE deluxe. Esta entradilla se ajusta mucho a la sorprendente portada de «¡Hola!», que vamos a detallar y luego seguimos con el tan citado tema. Por primera vez en la crisis de la Familia Real he sentido una punzada de miedo sobre el futuro de la monarquía. Portadón de la madre de todas las publicaciones rosas, Adriana Abascal, que se asoma con mucha frecuencia a estas páginas, pero que estoy seguro que muchísimos españoles ignoran quién es, llena con una sonrisa y un sugestivo titular tres cuartos de la página. «Adriana, una vida de película». Ventana grande para Isabel Preysler y su hija Ana disfrutando del concierto de Enrique Iglesias en Madrid. Las dos elegantes y bellas, pero, eso sí, hay que decir que la extensión de frente que hay entre la nariz de Isabel y el crecimiento del pelo, conviene recorrerla en AVE. En una esquina, a punto de casi no salir, hay una fotito de los Reyes, con un todavía más pequeño titular, «bodas de oro». Comprenderán mi miedo; si esto empieza a pasar en «¡Hola!», qué podemos esperar de los demás. Volviendo al deluxe, Adriana cuenta con esa ingenuidad de las buenas y piadosas muchachas, que acababa de cumplir 19 años y él tenía 59 (se refiere al empresario Emilio Azcarraga), pero su espíritu era joven y ella tenía mucha audacia. Tan delicada ha sido la bella mexicana que no ha nombrado que su pareja era «riquísisimo» y poderosísimo como solo se puede ser en México. Falleció el empresario a los ocho años de convivencia y claro está, Adriana con 27 años recibe tremendo ERE deluxe. Más adelante cuenta que con Juan Villalonga vivió otros ocho años de felicidad, pero la rutina hizo que cambiara de vida y de pareja. En los comienzos de este romance, Villalonga ocupaba la presidencia de Telefónica. Cuando dejó el cargo recibió un generosísimo ERE, por aquellos tiempos tenía nombre inglés. Adriana recibió la pedrea del mismo, consistente en una casa en Londres y otra en los Ángeles, que nos enseñó también en «¡Hola!» recientemente. Y es que donde esté un ERE deluxe, que se quiten estas horteradas de despidos que se suceden en nuestra tierra.