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La Razón
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Vaya como prólogo a esta humilde columna que uno siempre ha estado en contra de la conservación de la parafernalia franquista. Sin embargo, a veces pasan cosas raras. Una de ellas la podrán ver este domingo con la retirada de la estatua de Marés en el monumento-lápiz y situado allí donde el paseo de Gràcia se funde con la Diagonal.
Me parece que es la primera vez que una ciudad que tiene un museo dedicado a un escultor –gracias a la generosa donación del propio artista– suprime una obra de este creador. Eso es lo que va a pasar con Marés. La estatua insólitamente no irá al Museo Marés sino al Museo de Historia de la Ciudad. ¿No hay espacio en el Museo Marés que actualmente se está remodelando? Parece que no.
Pero más exótico es lo que va a pasar con el resultado final tras la retirada. En estos momentos, la estatua tiene a sus pies una base con el escudo de la Casa Real. No olvidemos que se encuentra en la plaza Juan Carlos I. A ello se le suma que el lápiz/columna es una referencia a Pi i Margall. Es decir, en estos momentos este monumento está dedicado a la Primera República, al franquismo y a la monarquía. Sin la estatua de marras tendremos un monumento republicano y monárquico. Vaya solución y contradicción. Somos tan políticamente correctos que vamos a tener el mejor monumento contradictorio del mundo.
Me parece que o esto se deja como está o, de alguna manera, nos quitamos de encima todo. Desde luego esta ciudad cada vez resulta más rara.