Barcelona

El servicio del papa que nos visitará

La Razón
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El 7 de noviembre de este año el Papa Benedicto XVI vendrá a Barcelona para presidir la consagración del templo de la Sagrada Familia. A medida que nos vamos acercando a aquel día, tomamos mayor conciencia de la importancia de esta visita. Y esto por dos razones. La primera y la más importante, por el relieve religioso, social y mediático del Santo Padre y, la segunda, por el relieve singularísimo de la iglesia que el Papa consagrará.Celebrando la fiesta de san Pedro y de san Pablo es muy conveniente presentar la misión que el Papa Benedicto XVI realiza al servicio de la Iglesia extendida de Oriente a Occidente, como sucesor de Pedro. El apóstol Pedro fue uno de los primeros llamados por Jesús y ocupa siempre un lugar preeminente en los evangelios. Encabeza las listas de los apóstoles; cuando Jesús se encuentra en Cafarnaún, se aloja en su casa; en los momentos más solemnes responde en nombre de todos; el mensaje que los ángeles de la resurrección confían a las mujeres hace una especial referencia a Pedro. No cabe duda que esa primacía pone de relieve la misión que el Señor le confió a él y sus sucesores.Pedro nos dice claramente quién es Jesús: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». Jesús nos manifiesta quién es Pedro y la función que Pedro y sus sucesores tendrán en la Iglesia: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del abismo no la hará perecer. […] Lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo».El ministerio de Pedro procede de la voluntad de Jesús, que quiso que el primer papa y sus sucesores fuesen instrumentos a través de los cuales el Espíritu Santo construye y mantiene la unidad de la Iglesia. Se trata de una unidad interna que consiste en una sola fe, en un solo bautismo, en un solo Dios y Señor. Y también de la unidad que significa la unión de cada Iglesia particular con el obispo que la preside, y la Iglesia universal con el papa.Cristo constituyó a los Doce a manera de colegio o grupo permanente. Al frente puso a Simón Pedro, a quien confió la función de ser el fundamento visible de la unidad de la Iglesia; le entregó las llaves y le instituyó pastor de todo el rebaño. Así como por disposición del Señor, san Pedro y los otros apóstoles forman un solo colegio apostólico, de manera semejante el romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores de los Apóstoles, se hallan unidos entre sí. De esa forma el colegio expresa la variedad y la universalidad del pueblo de Dios y a la vez la unidad del rebaño de Cristo. El Papa, como Pedro, confirma a sus hermanos en la fe. Durante toda su existencia el ministerio petrino ha hecho efectiva siempre la promesa de Jesús. Vivir en comunión de fe y de amor con el sucesor de Pedro enriquece la experiencia creyente de los cristianos y estrecha los lazos entre ellos como miembros vivos de la Iglesia. A la vez, engendra unos sentimientos de amor y de veneración que enriquecen la eclesialidad personal y comunitaria.