París
El seminario sólo para convencidos
Benedicto XVI presidió ayer la misa celebrada en la catedral de Santa María la Real de la Almudena de Madrid ante unos 4500 seminaristas provenientes de los cinco continentes. En su homilía, el Papa instó a los futuros sacerdotes a que «no se dejen intimidar por un entorno en el que se pretende excluir a Dios» y en donde la existencia se rige por «el poder, el tener o el placer».
Muy consciente del rechazo social que puede sufrir hoy un joven que opta por el sacerdocio, afirmó que los seminaristas han de enfrentarse al «menosprecio», como ocurre con quienes «evocan metas más altas o desenmascaran los ídolos ante los que hoy muchos se postran».
Exaltó Benedicto XVI en su encuentro con los seminaristas, un clásico de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ), la capacidad que éstos tienen para convertirse en líderes cuya vida merece la pena ser seguida por el resto de católicos. Enraizándose en Cristo mostrarán una existencia que «atraerá con fuerza» a los que buscan a Dios. Un ejemplo de ello se puede encontrar al volcarse en los «alejados y pecadores», quienes al recibir la ayuda de estos futuros sacerdotes pueden «convertirse y volver al buen camino». Para tener éxito en este objetivo hay que vivir con «sencillez y generosidad», afrontando el reto «sin complejos ni mediocridad» y siendo testigos de «Dios hecho hombre».
La Eucaristía con los seminaristas fue concelebrada por los cardenales, obispos y sacerdotes presentes. En la basílica de La Almudena se congregó la totalidad del episcopado español, así como un gran número de Príncipes de la Iglesia. Además de los purpurados españoles que formaban parte del séquito papal, como Antonio Cañizares, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, y de Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, quien recibió el jueves al Pontífice en Barajas, también concelebraron los cardenales arzobispos de Sídney, Sao Paulo, París y Cracovia, entre otras diócesis.
No rehusó Benedicto XVI hablar del celibato en su homilía. Instó primero a los seminaristas a que, como Cristo, den la vida por el prójimo. «Vuestro corazón ha de ir madurando en el seminario, estando totalmente a disposición del Maestro. Esta disponibilidad es la que inspira la decisión de vivir el celibato, el desprendimiento de los bienes de la tierra, la austeridad de vida y la obediencia», dijo. Asimismo, insistió en la convicción del sacerdocio: «Solamente si estáis firmemente persuadidos de que Dios os llame a ser ministros».
El cardenal Rouco destacó en su intervención que el Papa se encontraba ante una «nueva generación de seminaristas» que habían meditado la carta pontificia enviada a principio de curso como culmen del año sacerdotal. «Saben que no hay otra alternativa en el itinerario formativo para el sacerdocio ministerial que la de la santidad sacerdotal», afirmó. Los alrededor de 4500 seminaristas que asistieron a la Santa Misa quieren ser «santos sacerdotes», «buenos y fieles instrumentos de Jesucristo» y los «primeros apóstoles de la juventud de su tiempo».
Rouco puso un énfasis especial en San Juan de Ávila, patrón del clero español. En un adelanto de las palabras posteriores del Pontífice, quien elevó a San Juan de Ávila a la dignidad de doctor de la Iglesia, el cardenal Rouco explicó que las reliquias del santo habían sido trasladadas desde Montilla, donde reposaban, hasta la catedral de Santa María la Real de la Almudena de Madrid para que pudiesen ser veneradas durante la JMJ.
Las peticiones se hicieron en cinco idiomas diferentes: español, inglés, francés, italiano y árabe. También fueron muy apreciadas las piezas interpretadas por el coro formado por 100 futuros sacerdotes de la provincia eclesiástica de Madrid. Benedicto XVI, gran amante de la música, manifestó su agradecimiento al bendecirles cuando terminó la ceremonia.
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