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Crítica de cine/«Canino»: Una feroz mordida

La Razón
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Director: Giorgos Lanthimos. Intérpretes: Christos Stergioglou, Michelle Valley y Aggeliki Pappoulia. Guión: Efthymis Filippou. Duración: 94 minutos. Grecia, 2009. Drama. Lo que el filólogo judío Victor Klemperer selló bajo las siglas LTI (Lingua Tertii Imperii) para designar las estrategias manipulatorias del Tercer Reich sobre los usos del lenguaje puede servirnos para entender la alegoría que «Canino» hace sobre el ejercicio del poder en los totalitarismos, ya sea en su versión micro (el patriarcado feroz que ha criado a sus hijos en un universo envasado al vacío, privado de todo contacto con el exterior) o macro (ese fuera de campo en el que las relaciones humanas se han convertido en un eufemismo, algo que ya no tiene que ver con la vida tal y como la conocemos). La búsqueda de nuevos significados para palabras tan cotidianas como «autopista», «mar», «carabina», «zombi» o «teléfono» o la relectura, ridícula a la vez que terrorífica, del «Fly Me To The Moon» de Frank Sinatra, introducen la idea más subversiva de esta desconcertante película griega, tan deudora del mundo de Buñuel como del de Pasolini: el lenguaje crea y piensa por nosotros. El rigor formal de la propuesta de Lanthimos juega a la descentralización de cuerpos y causas y efectos para efectuar una radiografía de los protocolos de la institución familiar y las corrientes de poder que se establecen en ella. «Canino» es premeditadamente excéntrica, y muerde donde más duele.