Málaga: Donde el mar es lo de menos

Aún se palpa la resaca de la Semana Santa malagueña y la ciudad vuelve a vestirse de gala. Los tronos, las saetas y las populares procesiones dejan paso a la alfombra roja para celebrar, del 17 al 24 de abril, la XIII edición del Festival de Cine. El trajín que estos días se deja sentir en las calles de la urbe es sólo un ejemplo del ajetreo cultural del que goza la capital andaluza. No en vano, es candidata a proclamarse Capital Europea de la Cultura en 2016. Y es que, a pesar de que al pronunciar su nombre resulta inevitable que la imagen de sol y playa se adueñe de nuestra cabeza, Málaga es mucho más que agua salada y fina arena. Tan sólo hay que callejear un poco y disfrutar del placer de saltar de museo en museo y de monumento en monumento para entenderlo. Tiempo y lugares habrá, por supuesto, para sentarse, entre visita y visita, en una terraza al aire libre y saborear una tapa regada de cerveza. Pero empecemos por el principio. La Alcazaba es, sin duda, el primer monumento que atrapa nuestra mirada, pues corona el perfil de la ciudad. La antigua ciudadela defensiva alberga el Museo Arqueológico, aunque, una vez en su interior, el delicado perfume de los naranjos embriaga al viajero. Escaleras arriba, el castillo de Gibralfaro le dejará boquiabierto. La panorámica es envidiable. Por la juderíaDe nuevo en el centro, la antigua judería invita a perderse. Toparse con una higuera en el centro de una pequeña plazuela será la señal de que estamos a las puertas del Museo Picasso. No entrar sería un pecado, pues posee más de 150 obras del fascinante artista malagueño. Y si queda prendado con la figura del pintor, tiene otra cita en su casa natal, situada en la mismísima plaza de la Merced, uno de los rincones más populares de Málaga. La ruta obligada debe continuar por la catedral. De impresionantes dimensiones, el gran tesoro de esta construcción se halla en el coro y en su sillería. Pero su encanto también se tienta por fuera. Desde la plaza del Obispo, es hora de entender el porqué del apodo de «la Manquita»: a la catedral le falta una de sus torres. Puestos a recuperar fuerzas después de tan completo paseo, los alrededores de la calle Larios –y ésta misma– se llevan la palma en esto de dar de comer y de beber al viajero. Acertada decisión será la de tomarse un vino en uno de los patios atestados de macetas de la bodega El Pimpi, en la calle Granada.El Museo del Vidrio y Cristal es una de las grandes sorpresas de la capital, gracias a piezas únicas que comparten espacio con mobiliario de época. Pero hay más: el Museo Casa de Muñecas, el del Flamenco, el de Artes y Costumbres Populares... Y para los más curiosos, nada mejor que recorrer el cementerio inglés, primer camposanto anglicano que se fundó en España. Pero aún falta por descubrir la cara verde de Málaga. Pasear por el Parque, frente a la avenida Cervantes, resulta de lo más relajante. Sin embargo, el vergel de la urbe se esconde en la Finca de la Concepción, con más de mil especies tropicales y unas 200 plantas autóctonas. Una delicia para los cinco sentidos.Claro está que Málaga es mucho más que playa, pero no hay que perder la oportunidad de adentrarse en el Mediterráneo. Si la agenda es demasiado apretada, buena noticia: habrá que regresar.

>> Cómo llegar. La opción más cómoda es el AVE, que une Madrid y Málaga en apenas dos horas y media. La nueva terminal del aeropuerto malagueño amplía las posibilidades para los que opten por el avión. >> Dónde alojarse. El hotel MS Maestranza, de cuatro estrellas, es céntrico y con instalaciones de calidad. Teléfono: 952 21 36 10.>> Dónde comer. Para saborear una típica comida malagueña, con espetos incluidos, el restaurante El Caleño, frente a la playa de Pedregalejo, resulta perfecto. Teléfono: 952 299 148. Los que opten por una cocina más creativa no quedarán defraudados en el restaurante Alea, en el centro de la ciudad. Teléfono: 952 218 639.>> Más información. En la página web www.malagaturismo.com.