Vino de ensamblaje

Parece un valor asentado hablar del monovarietal como el único argumento para buscar tipicidad y terruño. El inquieto bodeguero catalán Tomás Cusiné, de raíz familiar en la cosa etnológica, desmonta esta teoría con un vino que ensambla ocho variedades de uva blanca. A unos 800 metros de altitud, en un precioso enclave, entre Lérida y Tarragona, llamado Vilosell, se miman las castas blancas en busca de un vino muy largo. Aparecen notas florales muy pujantes en este vino de color amarillo con ribetes verdes, aunque lo mejor está en el fondo: flores blancas muy elegantes. La boca es carnosa, estructurada, con una acidez equilibrada, recordando un suelo de pizarra y calcáreo. La sorpresa de este vino para exquisitos estará por llegar dentro de 4 o 5 años. Vale la pena la espera.