Sevilla

La «gran noche verdiblanca» de la «sucesora Chacón»

Mariano Rajoy y José María Aznar no comparecen a las próximas elecciones municipales, pero fueron los protagonistas en el primer gran mitin socialista. La ministra Carme Chacón acudió al Parque Alcosa para aupar a Juan Espadas y lo transformó en su primer gran acto para postularse como candidata a la Presidencia del Gobierno.

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Sevilla sólo estuvo en su guión para arremeter contra la «hoja de servicio» del candidato del PP, Juan Ignacio Zoido. Recitó los argumentos socialistas contra los populares: su oposición inicial a los grandes proyectos de la ciudad y su labor como delegado del Gobierno de Aznar en Andalucía. «¡Vaya experiencia!», ironizó la ministra de Defensa. Una frase inicial afortunada le brindó el aplauso fácil: «Hoy es un día verdiblanco, pero el 22 va a ser un día verdiblanco de éstos (señalando las banderas del PSOE)». Presentó a «Juan», como la mejor opción porque «la tierra es para los que se la trabajan. No sólo va a tener alcalde Sevilla, va a tener alcalde cada barrio cuando lo necesite».

«Te has puesto en los zapatos de cada uno de los vecinos porque sólo así se conocen los problemas y dar soluciones. Nada de ir a hacerse la foto, saludar tres minutos y salir para Madrid, como pasó ayer (en referencia al acto que protagonizó Zoido). Ni Sevilla ni «Juan» volvieron a su discurso porque se olvidó de ellos. Sólo pareció recordar dónde se encontraba –y sobre todo, para qué– al rememorar su última visita para firmar el acuerdo por el A400M. Y ofreció una nueva oportunidad a los trabajadores eventuales de Tussam para que la abuchearan con gritos de «¡empleo, empleo!». Sí apareció el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, al que no cesó de mostrar su apoyo calificándolo como «uno de los mejores dirigentes que he conocido en mi vida. Una de las personas más honestas y más buenas gentes (sic)».

El también secretario general del PSOE-A no tardó en devolverle el halago: «Escuchando a Carme, la sucesión está garantizada». El inicio de su intervención se escribió en clave nacional, con un rosario de descalificaciones a Rajoy –«lo único que le recuerdo como presidente es que apoyara a Aznar para la guerra de Irak», señaló– y al PP, del que criticó su «desorientación», así como que el aspirante a la Alcaldía popular pidiera en Madrid el adelanto de las elecciones generales. «No les importa Sevilla», dijo Griñán, que acusó a los populares de utilizar a las administraciones para hacer propaganda electoral. Hasta Javier Arenas tuvo su «segundo de gloria» antes de que el presidente andaluz demostrara que no se había olvidado del objetivo de su cita en Alcosa. Desgranó los logros de la «Sevilla distinta» por los socialistas, con un recuerdo –el único– para el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, de quien dijo que «hasta su llegada no se había invertido nada».

Su «guión» sí incluía referencias explícitas al programa de Espadas: el bulevar de Bellavista, su «monomanía» de rehabilitar viviendas y poner ascensores o las nuevas líneas de metro y el imprescindible llamamiento a las urnas. El alcaldable del PSOE, por su parte, auguró que el próximo día 22 «le callaremos la boca a la derecha de este país de una… buena vez». Espadas abrió el acto con un llamamiento a la movilización ciudadana, el principal caballo de batalla socialista. «La participación va a ser la primera mala noticia que tenga la derecha de este país y la de Sevilla». «Les vamos a dar un disgusto muy grande. Llevan varios días muy nerviosos porque creían que poco menos que no había que celebrar elecciones», repetía. Y la tarde acabó como empezó, con referencia del presidente andaluz a la gran noche bética. Y deseos, para cumplir con el respetable, para que se cumpla la clasificación del Sevilla para la Europa League.

A hostias, por Silvio
Así discrepa la izquierda cavernícola: Manuel López, primer teniente de alcalde de Jaén, sobre el candidato del PP en su ciudad (y próximo detentor de la mayoría absoluta), José Enrique Fernández de Moya: «Es para matarlo a hostias». Dice que es una expresión coloquial pero el mismo día, bajo ese régimen tan admirado por la progresía local, fallece el opositor Juan Wilfredo Soto a causa de un tratamiento de choque de la policía. Literalmente, lo mataron a hostias los esbirros del socialista Castro como pidió hacer con su adversario (de broma, hombre, claro) el socialista López. Habrá que volver a escuchar a su compañero Espadas hablar de crispación y de campaña en positivo. Una de las dos Españas añora al Frente Popular. Los electores tendrán que decidir cuál es. ¿Socialismo o muerte (a hostias)? Valga la redundancia.