Crisis en el PSM
El control de las agrupaciones también pasa por que los secretario tengan sueldo
Valencia- Alzar la persiana de la agrupación todas las semanas es muy duro, sobre todo si se viene de trabajar desde las ocho de la mañana. Ejercer la secretaría general de una agrupación local es un plus que el partido siempre ha solido agradecer mediante la concesión de un sueldo público, bien sea como asesor municipal o como concejal. De hecho, antes de la voladura controlada que Alarte y Broseta hicieron de la ciudad, los seis secretario generales: Berlanga, Tormo, Calabuig, Carsí, Such y Casal, recibían sueldo público.
Más allá de que la atomización de las agrupaciones -ahora son diecisiete- ya hace bastante fácil sustituir a los secretarios generales o llegar a conformar mayoría afines a la dirección provincial o regional, la baza del sueldo hace que el cargo de secretario deje de ser atractivo para muchos, lo cual no deja de ser importante de cara a un congreso local.
Sin sueldo, es difícil conseguir fidelidad a las siglas y ponerle el tiempo y la paciencia para abrir las agrupaciones al menos una vez a la semana. Por lo tanto, el puesto de asesor tiene también un valor orgánico y político ya que se asegura fidelidades en el partido.
Nadie muerde la mano que le da de comer... o sí.
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