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El palo y la zanahoria

La Razón
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Hace ya unos años que un diplomático con experiencia en los asuntos del norte de África me dijo que España debía aplicar en sus relaciones con Marruecos la teoría y la práctica del palo y la zanahoria. «En esto tenemos mucho que aprender de Francia», agregó. En este país decidieron tomarse este asunto en serio hace muchos años y por este motivo crearon, dependientes del presidente de la República, es decir, al más alto nivel, unos equipos de funcionarios encargados de seguir las relaciones con los países de esta zona geográfica, que habían sido colonias galas, como el citado Marruecos o Argelia, en su conjunto. De tal manera que los máximos responsables de la política francesa tienen siempre una visión global de la situación. En España no se ha aplicado esta técnica, ni con los gobiernos de la UCD, ni con los socialistas en la época de Felipe González, ni con los populares de José María Aznar, ni ahora en el momento de Zapatero. En La Moncloa no existe ese equipo de expertos que tenga una visión global de las relaciones con los vecinos del sur y que puedan aconsejar una política determinada, aplicando el palo y la zanahoria. Al contrario, en cada uno de los ministerios parece que van por libre y en función de sus propios intereses sectoriales.
Esta falta de iniciativa política se ha vuelto a poner de manifiesto durante los últimos días a cuenta del conflicto suscitado en la frontera de Melilla, sin que sepamos muy bien, por lo menos a pie de calle, los motivos «reales» que han provocado esta situación. En cualquier caso, en una parte significativa de la opinión pública española parece haberse instalado la idea de que, durante los últimos años, siempre nos estamos bajando los pantalones delante de Marruecos. Y eso puede ser grave de cara al futuro. El Gobierno debería explicar, hasta donde pueda, qué es lo que está haciendo en este asunto y cuál es el contexto global de las relaciones con el vecino país. Mientras tanto, podría evitar las críticas a Aznar por su viaje a Melilla y hablar de deslealtades porque, en ese caso, habrá que sacar a relucir la visita que en su día realizó Zapatero a Rabat, cuando gobernaba el PP y las relaciones no eran precisamente las mejores, salvo que el entonces ZP hubiese ido por encargo de Aznar a arreglar la situación, cosa que no creo.