ETA

La Ertzaintza se redime

La Razón
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La detención del presunto asesino de Joseba Pagazaurtundua, el sargento de la Policía Local de Andoain y destacado militante del PSE que fue tiroteado el 8 de febrero de 2003, es una excelente noticia que encierra diversos mensajes, unos de naturaleza operativa y otros de carácter simbólico, pero todos ellos muy positivos para acelerar la erradicación del terrorismo etarra. Es de destacar que la operación haya sido llevada a cabo por la Ertzaintza. Era uno de esos sangrientos episodios que la Policía autónoma vasca tenía pendientes de solventar y que le afectaba de manera directa e institucional. Hay que recordar que el asesinato de Pagazaurtundua estuvo rodeado de sombras e incógnitas sobre la actuación de los altos mandos de la Ertzaintza, entonces dirigida por el miembro del PNV Javier Balza. La propia familia del agente asesinado denunció que, pese a la persecución y las reiteradas amenazas de muerte que sufría por parte de los batasunos, no recibió ni apoyo ni protección suficientes. Por tanto, con las detenciones de ayer, además de llevar a la familia de los Pagazaurtundua el consuelo moral de que el asesinato no quedará impune, se cierra un capítulo especialmente hiriente para la propia institución vasca y se demuestra que, cuando existe voluntad política y lealtad democrática, los policías vascos tienen sobrada capacidad profesional y valor para expulsar a los matones de ETA de las calles y plazas del País Vasco. También es muy relevante el contexto en el que se produce esta detención, que eleva ya a más de medio centenar las registradas este año. Desde hace algunas semanas, el Gobierno de la nación está tomando diversas iniciativas tendentes a estimular la ruptura entre los presos etarras y la dirección de la banda mediante el traslado de algunos de ellos a las cárceles próximas al País Vasco. Al mismo tiempo, los batasunos han empezado a maniobrar con la complicidad de EA y Aralar para presentarse a las próximas elecciones municipales, lo que está provocando fuertes disensiones internas y un supuesto alejamiento de la llamada izquierda abertzale de los métodos terroristas. De aquí que la desarticulación de una «célula durmiente» como la formada por el asesino de Pagazaurtundua y su cómplice, así como la incautación de documentos que pueden ser de gran relevancia, suponga un mensaje nítido y contundente para el colectivo de presos y para los dirigentes batasunos que hasta la fecha han seguido sumisamente las órdenes de los pistoleros. En todo caso, ya nadie pone en duda que la acción policial y judicial contra los terroristas constituye no sólo la estrategia más eficiente, sino la única posible en estas circunstancias. Lo expresó ayer el ministro del Interior con loable elocuencia: «Detener, detener y detener hasta que esto se acabe». Ni que decir tiene que en este empeño el Gobierno debe contar con el apoyo sin reservas del PP, como así sucede. Pero también conviene que las principales decisiones de la gestión antiterrorista sean consultadas y puestas en conocimiento del principal partido de la oposición, como es el caso de la política penitenciaria o lo relativo a las aspiraciones electorales de los batasunos.