Novela
Al principio lamentó el suicidio de su raptor al que soñó con matar
Después de su huida, la joven Natascha se dirigió a los medios de comunicación a través de una carta. En ella, les exigía que respetasen su intimidad e intentaba borrar la imagen de víctima que la opinión pública tenía de ella. «Nunca fue mi dueño, yo era tan fuerte como él. No le llamé mi amo, a pesar de que él lo quería», contó de su secuestrador.
En la carta, la joven aseguraba que no consideraba perdida su adolescencia. «He podido ahorrarme algunas cosas, no he empezado a fumar o beber y tampoco he tenido malas amistades. Por otro lado, confesaba que lamentaba su muerte: «Me apena su desaparición. Su muerte no hubiese sido necesaria, en mi opinión». A los pocos días, Natascha concedió entrevistas a algunos medios, en las que se mostró serena y calculadora. En sus declaraciones, contaba que siempre pensó en su huida y que nunca perdió la esperanza de recuperar la libertad, pero que tenía que ganarse la confianza de su secuestrador y no arriesgarse. «Lo tenía todo pensado, no me podía permitir ningún error. Era un paranoico y desconfiaba permanentemente». Asimismo, reconocía que «a veces, soñaba con cortarle la cabeza si hubiera tenido un hacha en la mano». La joven se sentía «desesperada» ante la injusticia de vivir encerrada.
El secuestrador que mataba gatos
Wolfgang Priklopil fue el carcelero de Natascha durante sus ocho años de cautiverio. En agosto de 2006, cuando la policía buscaba al autor de este secuestro, se arrojó a las vías del tren y se quitó la vida. Tenía 44 años y trabajaba de electricista. Como el protagonista de «El coleccionista», excavó antes del secuestro un cubículo subterráneo para su víctima y adquirió una furgoneta para robar la libertad de Natascha. Por ello, se habló de una obsesión cinematográfica del secuestrador, que estaría trasladando esta monstruosidad literaria a la realidad. Según sus compañeros de trabajo, era un hombre raro y tacaño. «Nunca tuvo novia, hablaba mal de las mujeres. Además, se jactaba de que mataba gatos». Otros conocidos le calificaron como «agradable, pero distante». Priklopil daba clases a Natascha, le leía libros infantiles, la alimentaba, y le había permitido acompañarle al supermercado alguna vez. Algunos psicólogos apuntaron que pretendía convertirla en alguien dependiente de él por completo y crear la mujer de sus sueños.
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