Bilbao

El PNV vende a PSOE y PP su apoyo en Madrid a cambio de las diputaciones

En el País Vasco han empezado a moverse las cosas a diez meses de las elecciones municipales y forales de 2011. El PNV quiere poder, quiere desestabilizar el Gobierno de Patxi López y quiere evitar a toda costa que el Acuerdo por el Cambio que firmaron socialistas y populares en las pasadas elecciones autonómicas se pueda trasladar a otras instituciones.

El PNV vende a PSOE y PP su apoyo en Madrid a cambio de las diputaciones
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Para conseguir ese objetivo no parece que le importe mucho su compañero de viaje, aunque el aliado natural siga siendo el PSOE. Tan poco le importa ese compañero de viaje que sus ofertas a diestra y siniestra son muy parecidas, según las conversaciones, capitaneadas por Íñigo Urkullu, que el PNV ha mantenido con las direcciones de los dos principales partidos. De momento la salud del pacto entre el PSE y el PP vasco sigue siendo buena, aunque las maniobras del PNV hayan entrado, inevitablemente, en el cauce permanente de diálogo que en la sombra mantienen abierto el PSE y el PP vasco. Aquí lo que importan son los «sillones» y ahí se explica que la música con la que el PNV se está dirigido al PSOE y al PP sea tan parecida: su prioridad es mantener a toda costa la Diputación de Vizcaya y de Guipúzcoa, así como la alcaldía de Bilbao. Los nacionalistas son muy conscientes a día de hoy de que no tienen al alcance la mayoría absoluta en ninguna de esas instituciones. Y en su estrategia para conservar el poder, y evitar así una crisis aún mayor que la que ya les provocó la salida de Ajuria Enea, pretenden convertir en regla inviolable el principio de que se tiene que respetar la lista más votada –cosa, por cierto, que ellos no están haciendo en Álava, donde gobiernan en la Diputación pese a haber sido la tercera fuerza en las pasadas elecciones. A cambio de la cuota de poder, aunque en el cambalache también entran los presupuestos forales, el PNV «vende» su alma en Madrid contra el contrincante de quien más le ayude en el País Vasco. La pelota está en el tejado de López, bueno, más bien en el de José Luis Rodríguez Zapatero, quien tiene la última necesidad y, por tanto, la última palabra sobre cómo juegan los socialistas sus cartas. El presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, es partidario de extender el «cambio» a todas las demás instituciones, y así ha dejado constancia de ello en los ámbitos autonómicos en los que tiene que hacerlo, y también se lo ha trasladado incluso al presidente nacional de su partido, Mariano Rajoy. El PSE, de momento, guarda silencio. Con independencia de lo que ocurra en las próximas elecciones y de la posición que mantenga el PSE ante las «tentaciones» del PNV, Basagoiti está dispuesto a seguir apoyando a López en tanto éste continúe cumpliendo sus compromisos sobre lucha antiterrorista, Estatuto vasco y respeto a la Constitución. Ésas han sido sus «líneas rojas» y seguirán siéndolo en el futuro. EncrucijadaEl PP vasco hace un balance positivo de su acuerdo con López y como muestra señala los avances que se están produciendo en Educación, en la Ertzaintza, en política antiterrorista o en la convivencia. Por ejemplo, una de las últimas decisiones con gran valor simbólico ha sido la anulación de las sanciones a los comercios que no rotulaban en vasco, norma que dejó en herencia el Gobierno de Ibarretxe. Su estrategia, por tanto, está clara: extender el cambio y jugárselo todo en Álava, donde, según sus encuestas, tienen al alcance tanto la Diputación como la Alcaldía. Como candidatos presentarán a Javier de Andrés, para la Diputación, y a Javier Maroto, para el Ayuntamiento. La estrategia del PSE tiene más incógnitas ya que viene condicionada por los intereses de Rodríguez Zapatero en Madrid. A medio plazo se verá si éste prima sus intereses por encima de los de Patxi López, que es el primer y principal perjudicado de los juegos florales de los nacionalistas vascos. Puede que Zapatero saque los Presupuestos del próximo año con el apoyo del PNV, pero este escenario colocará a López en serios aprietos. El «lendakari» necesita controlar o tener de su parte alguna Diputación foral y, sobre todo, no puede permitirse el lujo de que el PNV siga apareciendo como el elemento decisivo en Madrid para conseguir ventajas para el País Vasco. Esa imagen no le beneficia electoralmente.