Elixir Rioja Alavesa por Andrés Sánchez Magro

A vueltas con Rioja. Pero ahora con la juventud. Y la pujanza insultante de las maceraciones carbónicas que tanto esplendor dan a esa pasarela de la buena vida llamada calle Laurel de Logroño. Aladro expresa nítidamente la identidad y la manera de elaborar del mejor terruño riojano. Desde hace ocho otoños plasma, añada a añada, un cosechero de la misma finca.

 De vista intensa, rojo cereza amoratado y capa media alta, lo matiza su ribete brillante. La nariz es tan explosiva y seductora como el amor adolescente. Una baya que igual que una promesa se abre en la copa y nos da notas de fruta madura, fresas silvestres, guindas y mentolados. Pero no se requiere la madera, claro está, pues este vino joven refinado con uva entera se califica por su volumen, su frescura e identidad.

 Vino de una bodega moderna, que procede de la misma familia bodeguera de Elciego, determina un beber alegre, chispeante y de ilusión recobrada. Frente al vino serio de crianza, éste, que recorre las estaciones, nos introduce en el romance con la uva, en la necesidad de la fruta como pasaporte para la felicidad y en la sutil hondura de lo fugaz.

 El vino ideado por Pablo, de estirpe bodeguera, es la alternativa que en barras y mesas se proclama en tiempos de crisis. Vino con chispa, con ese punto carbónico de su reciente fermentación, justifica el brindis y el descorche feliz. Aladro es una enésima apuesta segura por vinos que no encierran complicaciones, sin secretos de crianzas y otros enigmas. Rico, muy rico.