Nueva York
LA RAZÓN premiará al Héroe de 2010 con un viaje para dos a Nueva York
Cuando alguien salva la vida de otra persona poniendo la suya en riesgo, lo hace sin esperar nada a cambio. Éso es lo que le convierte en un héroe. Y los héroes, a veces, son recompensados sin pretenderlo. Fue el caso de Juan Antonio Vélez, en 2008, y Joaquín García-Cuevas, el año pasado. Ambos ganaron el Premio Alfonso Ussía al Héroe del Año, el primero por salvar a un niño, y el segundo por rescatar a una persona mayor.
Desde el pasado sábado hasta el próximo 30 de octubre, LA RAZÓN busca al héroe de este año, al que premiará con un viaje para dos personas a Nueva York. Cualquiera de nuestros lectores puede presentar las candidaturas que considere que merezcan este reconocimiento en el microsite www.larazon.es/premiosussia.
Un claro ejemplo de la valentía y la generosidad que LA RAZÓN pretende premiar lo representa Joaquín López, un vecino de Aguilar de la Frontera (Córdoba), que salvó la vida de dos jóvenes este verano. Fue durante la riada que formó las fuertes lluvias, que hicieron que el caos reinase en el municipio.
Aquella noche de agosto, Joaquín estaba en su vivienda, con su mujer e hijos, cuando oyó que un joven pedía auxilio, pues la corriente le arrastraba. A pesar de que no veía nada, pues con la tormenta se había ido la luz, Joaquín no se lo pensó y se lanzó a por el adolescente, que se había quedado enganchado a una valla. Cuando llegó hasta él, consiguió sacarle de allí, y ambos fueron desplazados por el agua «unos siete o diez metros, hasta que llegamos a un muro donde esperar a que pasase la tormenta», explicaba el autor de los hechos.
Con sólo esta acción, Joaquín sería un perfecto candidato al reconocimiento que otorga este periódico. Pero hay más. Mientras su joven protegido y él esperaban a poder volver a casa, una chica pasó muy cerca de ellos. La joven gritaba y lloraba: «¡Socorro, que me ahogo!». De nuevo, el cordobés no se lo planteó. Se volvió a dejar arrastrar por la corriente para llegar hasta la chica, a la que consiguió coger de la camiseta. Mientras tanto, el otro joven también lloraba y rogaba a Joaquín que volviese a su lado: «¡No me dejes sólo, que me muero!». Pero «el héroe de Aguilar», como se le conoce desde entonces, no perdió la calma, a pesar de estar también muy asustado, y consiguió llegar con la adolescente al muro junto al otro afectado.
Además, cuando salvaba la vida de estos chicos, Joaquín no se preocupaba sólo de salir airoso de esa situación. También pensaba en su mujer y sus hijos, a los que no podía comunicar que estaba a salvo. Una preocupación por los suyos y por los demás que le hace merecedor de este galardón.
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