Elecciones generales
Rajoy toca en la puerta de La Moncloa
El PP engalanó anoche de fiesta su cuartel general en Madrid y celebró los resultados electorales como si fuesen la pista de lanzamiento que ha dejado a Mariano Rajoy llamando ya directamente con los nudillos en la puerta de La Moncloa.
Ayer mandó más el ambiente festivo –sin complejos a la hora de exhibir su euforia– que el análisis detenido de la cifras que dejan las urnas en todo el territorio nacional. Pero hubo tiempo para una primera revisión que sirvió para consolidar la convicción de que recuperar el Gobierno de España no es ya ni siquiera un sueño, sino una realidad. En las anteriores elecciones municipales de 2007 el PP obtuvo el 35,60 por ciento de los votos –nueve décimas más que en 2003– y el PSOE, el 34,8 por ciento –una décima más–. En la dirección popular interpretan el radical ascenso en porcentaje de voto en estos comicios, diez puntos de diferencia, como la confirmación de que han recibido trasvase de votos de la izquierda.
Para afianzar este argumento recuerdan que está acreditado por toda la serie electoral desde la democracia que en unas municipales ellos, de partida, pierden entre un millón y 800.000 votos que van a parar a candidaturas independientes que se desvanecen en el contexto de unas elecciones generales. Si aún con eso el PP ha incrementado sus votos con respecto a 2007, en Génova lo tienen claro: son papeletas de desencantados de la izquierda, posiblemente de ciudadanos que en algún momento votaron PSOE y a los que la crisis y la gestión política socialista ha animado a cambiar de opción de siglas.
Segunda variable en la que el PP justifica su euforia: el vigoroso incremento de su poder político. Hoy ya empezarán a jugar con las extrapolaciones de voto de cara a las generales y a analizar con detenimiento, por ejemplo, el voto urbano, que siempre es más susceptible de reflejar el deseo de cambio que el rural, mucho más inamovible. Pero también tendrán que revisar con calma si han conseguido romper el muro que hasta ahora les ha impedido irrumpir con fuerza en ese mundo rural en comunidades claves como la andaluza.
Tercera razón para la «fiesta»: el ascenso de IU. Anoche sostenían en la sede central del PP que aunque ahora esa ligera subida les pueda dejar si algún gobierno, por las alianzas postelectorales, con las luces largas, es decir, de cara a las generales, les beneficia que se asiente esa tendencia porque divide el voto que el PSOE necesita capitalizar.
En resumen, Rajoy se consolida definitivamente para hacer lo que quiera de aquí a las generales, estratégicamente y en lo que afecta a la organización del PP. Así, celebrará el Congreso Nacional del partido que toca por estatutos si quiere o si le viene bien. Y es muy poco probable que modifique los ejes que le han guiado en esta campaña: nacionalización del mensaje, moderación y especial atención a sectores en los que el PP ha tenido hasta ahora menos «pegada». Por ejemplo, sutilmente en estas elecciones Génova ha «mimado» a las mujeres, convirtiéndolas en protagonistas de sus spots o de campañas sectoriales como «Más empleo, más igualdad». En el centro de su «mira» están ya también los jóvenes.
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